. Las murmuraciones, chismes y habladurías tienen una
“dimensión de criminalidad”, porque cada vez que hablamos mal del prójimo,
imitamos el gesto homicida de Caín.
“Aquellos que viven juzgando el
prójimo, hablando mal y a espaldas de él, son hipócritas, porque no tienen la
fuerza, el coraje de mirar los propios defectos”. Aquel que en su corazón
guarda un poco de odio contra el hermano es un homicida. La misma idea se
repite en la carta de Juan: “Quien juzga al hermano, camina en tinieblas”.
Recordemos que, cada vez que apuntamos con el dedo a alguien, hay otros tres
que apuntan a nosotros.
El Santo Padre observó que en
este tiempo en el que se habla de guerras y se pide por la paz, “es necesario
un genuino gesto de conversión”. “Las murmuraciones – advirtió – siempre van
sobre esta dimensión de la criminalidad. No hay habladurías inocentes”. Se dice
que es un defecto más femenino que masculino. Pero he comprobado que lo
sufrimos ambos sexos por igual. Es más. Desconcierta constatar cómo los jóvenes
se han vuelto ¡tristemente chismosos! Descueran a quien no tienen en frente con
una facilidad abismante.
La paz comienza a construirse en
la propia casa. La sumatoria de todas las paces es la que posibilita finalmente
la paz mundial. De poco sirve la ausencia de guerras si no hay un corazón
reconciliado consigo mismo y con los demás.
La lengua, dice el Papa citando
al apóstol Santiago, es para alabar a Dios, “cuando la usamos para hablar mal
del hermano, matamos la imagen de Dios en el hermano”. Alguno podrá decir que
una persona se merece esas habladurías, señala el Papa. Pero no debe ser así:
“Recemos por él y luego, si es necesario, hablemos con esa persona para que
pueda remediar el problema. Pero ¡nunca decirlo a todos!”.
Un buen antídoto contra la
murmuración es acercarse a aquel en quien vemos algún error y comentarle
directamente, a la cara, nuestro parecer sobre esa conducta que nos ha parecido
mal. Hacemos dos cosas buenas: no esparcimos rumores y ayudamos a corregir su conducta
o error.
Hay que pensar dos veces antes de
hablar. Mejor callar, que decir una palabra de más. Recordemos que somos dueños
de nuestros silencios, pero esclavos de nuestras palabras.Hugo Tagletwitter: @hugotagle