México tiene un problema serio con la pobreza de su población. El 45.4% de los habitantes viven en tal condición. Es un dato tremendo. Pero aún así, la principal dificultad no es la pobreza, sino aquello que la origina: la desigualdad, la falta de oportunidades para todos. Sirva de ejemplo, que el 10% de la población más pobre, apenas recibe el 2% del ingreso nacional disponible, mientras que el 10% de la gente con mayor riqueza, consigue el 36%. Es el retrato del país, el tamaño de la desigualdad.
Un factor que permite explicar la situación, es el análisis del gasto público. Conviene revisar la manera en que se utiliza el dinero del país, evaluar la eficacia de su asignación.
En 30 años, México logró cuadruplicar el gasto público social. Hoy se invierte cerca del 8% del PIB. Empero, la cifra aún es lejana del estándar internacional. En los países de la OCDE, el promedio supera 20%.
Entonces se gasta poco, no se destina mucho a esta necesidad.
No obstante, el tema no consiste sólo en cuánto se gasta, sino también en cómo y en para qué se hacen las erogaciones. Importa la visión, el alcance de las decisiones.
En la OCDE, el indicador “Uso de la perspectiva de mediano plazo en el proceso presupuestario”, tiene escala de 0 a 1, siendo 0.70 el promedio y 0.60 el mínimo aceptable. México apenas registra 0.56.
Así que además de gastar poco, la nación gasta con enfoque de corto plazo y sin visión de largo aliento. Vaya, se disfrazan algunos dolores, pero no se atiende la enfermedad.
Como país miembro de la OCDE, existen otros datos para el contraste, números que soportan lo comentado.
Por ejemplo, la mortalidad infantil, es tres veces superior al promedio. Igual pasa con el analfabetismo, que supera la media; algo lógico, pues el gasto en educación y la cobertura educativa, son inferiores a la referencia. En calidad y cobertura sanitaria, tampoco se puede competir con dignidad.
Otra muestra, es el sector agrícola, pues emplea 13% de la población económicamente activa, pero sólo aporta 3.8% del PIB nacional. Mucha gente ocupada en producir muy poco. Allí la falta de competitividad, y con ello de mayores oportunidades.
Como se ve, existe gran potencial para mejorar la asignación de recursos en México.
También hay fortalezas en el país, coyunturas relevantes. Que importante que puedan aprovecharse, para reformar el sistema de asistencia social. Sería óptimo, alcanzar calidad en la orientación y progresividad en la distribución.
Y no se trata de construir un estado benefactor, sino de pensar en un país moderno e inteligente, en uno donde la desigualdad y la pobreza no sean la constante, sino la excepción.
Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted.
COLUMNA VALOR AGREGADO - comentarios en Twitter: @oscar_ahp