Nuestros dirigentes políticos, quiero decir, los que ponen la cara por los verdaderos gobernantes, parecen estar metidos en un burbuja de euforia, por no decir en una borrachera absoluta. Los mensajes que se envían a la gente parecen salidos de una agencia publicitaria y no del análisis de los datos reales que la economía nos muestra cada día. Desde hace unas semanas se insiste en que la recesión está a punto de terminar y que eso es la antesala de la salida de la crisis que ya ha cumplido cinco años. ¿En qué se basan para darnos tan supuestas buenas nuevas? Pues en que el PIB va a dejar de caer en el próximo trimestre, eso es todo. Sobre esa pequeña flor quieren construir una primavera completa, esperando quizás que los ánimos de los votantes, medidos ahora por los índices de confianza en las encuestas, basculen hacia su natural posición de sostén de un gobierno que consiguió una mayoría de votos antes de poner en práctica, tenía que ser antes, su verdadera política. Es muy posible que las cercanas elecciones alemanas estén ayudando a que las instancias financieras europeas mantengan la ficción maquillando las cifras, mediante una inyección espuria de liquidez en los mercados financieros, liquidez que tendrán que retirar tras las elecciones alemanas y cuando Merkel tenga otra vez asegurado el mando único de Europa.