Ahora
sí, Peña Nieto, su dueño, los chalanes más caros del país y los medios de “comunicación”
nos tienen donde querían, mirando para donde les conviene, no existe casualidad
alguna en el panorama socio-político mexica actual, los maestros no están en
las calles porque así convenga a los intereses de la nación y de la chaviza
estudiantil, están ahí porque alguien movió las piezas precisas para que todo
se sucediera adecuadamente, en tiempo y forma, mientras el caos azota las
calles y los mexicas que trabajamos a diario llegamos a nuestras oficinas
molestos, estresados y mentando madres al por mayor, injuriando a los maestros
y sus dengues, la perrada de las manos puercas –refiriéndome a los empresarios
y políticos inmiscuidos en la situación- nos están metiendo no solo el dedo,
sino el brazo entero por ese multimillonario agujero llamado PEMEX.
Pero
la gente sigue celebrando que nuevamente –ya hasta perdimos la cuenta- el
despertar popular apunta hacia un nuevo México, la palabra REVOLUCIÓN vuelve a
sonar por todas partes, vuelve a invadir los muros, las ventanas, las cartulinas
y las banderas, cuando en realidad nos la están dejando caer durísimo –como siempre-
No
hemos entendido -y al parecer nunca lo entenderemos- que, las REVOLUCIONES –las
verdaderas revoluciones- se gestan desde el intelecto, se ejecutan con los
pantalones bien fajados, con la razón y el conocimiento por estandarte, con las
armas y las plumas bien empuñadas y se sostienen con pasión, con esfuerzo y
sufrimiento, no a arrabaleros gritos en la calle, no a mentadas de madre contra
el presidente y sus secuaces –manque las merezcan-, no poniendo de cabeza el
tránsito de un puñado de ciudades carajo, no nos dejemos engañar –de nueva vez-
Cuando
Emiliano Zapata dijo “si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para
el gobierno”, definitivamente no se refería a manifestaciones bariles y sin
decoro, sino a una toma contundente de acciones que culminaran en un cambio,
los maestros en las calles no van a cambiar absolutamente nada.
¿Cómo
podemos hacer una verdadera revolución?, comenzando por cambiar, no por creer
que se puede cambiar, o sea, si usted querido compatriota ya está hasta la
madre de los gasolinazos, deje de utilizar el automóvil –y así le da una
ayudadita al planeta-, si le pudre las pelotas que los de la luz le cobren lo
que se les da su rechinada gana, invierta unos pesos en celdas solares y
termine por venderle la energía al instituto de la luz –y de paso le da otra
ayudadita al planeta-, si está harto de pagar impuestos y que su dinero vaya a
parar al bolsillo de un puñado de jijos de perra, buque una fundación HONESTA,
dónele unos buenos billetes y después exíjale al gobierno que se los reembolse –y
de paso le da una ayudadita a alguien más-, ¿sabes lo que sucedería si miles
y/o millones de mexicas hiciéramos este tipo de cosas?, el sistema se vería
obligado a modificar su actual comportamiento mierdero, pero no, seguimos
siendo como todos los pueblos, muy quejumbrosos y poco activos.
Hace
poco leí una frase en algún lugar de un gran país –como bien dice la canción- “la
clase trabajadora no tiene trabajo, la clase media no tiene medios y la clase
alta no tiene clase” y pensé que si todos los afectados por el cáncer gubernamental
tuviéramos acceso al entendimiento que llevó a quien sea que haya escribido eso
en la pared, la historia de México sería completamente distinta.
Desafortunadamente siempre nos tienen donde quieren.
¿La
broma de la semana?, esta semana toca doble, primero, la foto comparativa entre
la detención del narcotraficante Z-40 –intacto y con las manos libres- y el fotoperiodista
independiente Gustavo Ruiz –esposado, golpeado y con tremenda fianza de más de
100 mil pesos a cuestas-, que solo demuestra una vez más, lo ridículo,
inservible, absurdo, disfuncional e indigno que siempre han sido nuestro
sistema judicial y ni hablar de lo que le toca a la poco –muy poco- respetable
comisión nacional de derechos humanos –así en minúsculas para no caer en
piropos y respetos no deseados- y segundo, el buen Obama –igual de oligofrenias
que su homónimo mexica Enriquito pero a lo grande- que no sabe si conservar su
premio Nobel o aventarse encima a la mitad del mundo y en fin, “que en god güi
trost”