Fue este Sábado Santo. La multitud del vecindario acompañaba a la
familia que en la casa habitación del padre del difunto, donde todos miraban
por sobre la cordillera atravesando el mar interior de Chiloe llamando al espíritu
del difunto fallecido en Argentina hace unos días atrás. "Se murió de
pena", "trabajaba solo en los montes", decían los asistentes a
este Rezo donde se trataba de llamar al espíritu del difunto. El diagnostico
biomédico fue Cáncer al pulmón.
En la habitación principal de la antigua casa de color azul añil, con
tejuelas de alerce, techos bajos y ventanas estrechas , una multitud de
familiares y vecinos nos sentabamos en sillas dispuestas frente a un altar
donde estaban las fotos del difunto y su madre, tambien fallecida hace años.
Guiaba la ceremonia un rezador contratado en uno de los cerros vecinos,
quien participaba junto a un ayudante que seguía de cerca los versos y canticos
del rosario.
Entre rezos y rezos se abría la puerta que daba a la cocina y aparecían
las bandejas con vasos de vino, chicha, bebidas, licores. Esto era intercalado
con comidas en base a pan con arrollado, mortadela y una reconfortante cazuela
de cordero como plato de fondo. Afuera la noche y sus estrellas recibían a la
luna llena que todo lo ilumina. "Con la luna llegara el espíritu del
finao" me dijo una señora anciana.
Me acerque al fogón donde los más jóvenes se encargaban de mantener la
comida a punto. Algunos hombres ya mayores allí contaban sobre la vida del
finao entre lágrimas y a veces risas.
Otros grupos de jóvenes hablaban sobre su vida laboral en las salmoneras
y en los cultivos de choritos, frente a lo cual los mayores decían que eso
estaba dañando el campo. "Ya nadie quiere trabajara en el campo",
"cada día estamos más fregados", eran expresiones comunes de viejos
sabios que miraban hacia el mar donde el oro naranjo brillaba bajo la luz
plateada.
Y allí estábamos...una energía extraña invadió la habitación. "Ya
llego el finao" me dice una señora al oído. Y todos los asistentes con
fuerza comienzan con los ave maría, los padre nuestros y los canticos. Allí
siento la presencia de la muerte haciéndose tan amigable para todos, tan
cercana. Tan excitante. La gente llora, la gente rie. Es la vida que en forma colectiva
se vive.
Vuelvo a casa casi de madrugada, pensando en estos encuentros
colectivos. Pienso en mis mayores ya fallecidos, en mis amigos y amigas de vida
truncada (muerte en verde (karü lan) le dicen los mapuche) y en mi vida de aqui
para adelante.
Uno se pregunta quién es, para donde va, porque y con quién?
Miles de preguntas a una sola respuesta: lo colectivo esta presente y
tiene raíces originarias en este Chiloe profundo. La matriz es ancestral, pero
que ante la amenaza de modelos de desarrollo ajenos, se viste o se disfraza de
otros, como estrategia de sobrevivencia.
De una cosa estoy seguro; si los programas de bienestar social no
conocen estas realidades irán al fracaso permanente.
Yo duermo profundo y sueño con mi vida, despierto y estoy vivo para transmitir
lo amortecido.
El espíritu del finao está tranquilo y establece puentes sobre las
montañas nevadas.
La familia continúa su vida cotidiana. Tranquila. La muerte es la vida.
Hacia ella vamos. Sanos nos encontremos con ella, mientras los nuestros
y nosotros sigamos en solidaridad y
reciprocidad.