. Así
lo señala una encuesta de una Universidad privada realizada hace unas semanas.
Quizá es algo exagerada la cifra pero preocupante igualmente. Proyéctelo a su
realidad. Si tiene 9 colegas de trabajo, ¡Usted quizá le cae mal a por lo menos
4 de ellos! No es menor. Y lo digo, porque tendemos a pensar peligrosamente que
siempre son los demás los que caen mal, nunca uno. Uno, siempre cae bien, cosa
curiosa. Porcentajes mayores o menores, la cifra da cuenta del mal clima
laboral que se vive al interior de algunas organizaciones, considerando además
que el 46% expresó que ¡no tendría problema en hacer algo para que despidieran
a quien les resulta intolerable! Un dato tan duro como desconcertante. Es tener
al enemigo en la misma oficina, con las consecuencias de recelos,
desconfianzas, chismorreo que trae consigo. Y lo peor, un 28% de los que
respondieron esa encuesta reconoció haber tenido injerencia directa en el
despido de algún compañero de trabajo. Triste.
Subraya el estudio: “Las
características de las relaciones laborales no sólo remiten a las personas,
sino fundamentalmente son expresión del grado de madurez alcanzado por una
organización”. Correcto. La disposición de unos frente a otros determina el
ambiente laboral, más que las condiciones físicas, sueldos o regalías. La
manera de integrar, asumir, empatizar con el otro dice mucho de nuestra madurez
personal.
Los chilenos “nos atravesamos”
con facilidad. Tenemos baja tolerancia a los errores, al carácter o maneras de
ser de quien conocemos poco. Abordamos las relaciones sociales con un
“pre-jucio” del cual nos cuesta salir. Jugamos con estereotipos, ideas preconcebidas,
padrones conductuales que proyectamos en los demás y a los que se tienen que
adaptar. Si no es así, los rechazamos de plano.
Hoy, la adaptabilidad, la
capacidad de entenderse con otros distintos, es más requerida. La madurez de
una persona, de un trabajador o profesional, y su buen desempeño, tiene mucho
que ver con su flexibilidad, su capacidad de relacionarse con quienes
justamente le resultan más difíciles de trato. “Si
ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los
cobradores de impuestos lo hacen. Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de
especial? También los paganos se comportan así” dice Jesús a sus discípulos (Mt
5,46). Nos hace bien tratar con personas que nos son difíciles. Tempera el
carácter, modera los juicios, serena en las decisiones, templa el
espíritu.Hugo Tagletw: @hugotagle