El día partía con una llovizna intermitente en la
costa, el mar estaba agitado, pero despertaba con una motivación distinta a la
climática, una reunión que me llamaba la atención, un interés, una imagen, un
ideal que se transformaba en acción, y una curiosidad respecto a lo que venía.
Manejando por las calles mojadas, con un mar
queriendo escapar de su encierro y mi curiosidad en aumento, me dirigí a un
céntrico café. El agua caía cada vez más fuerte y mi entusiasmo se confundía en
ideas que no dejaban de fluir.
El encuentro ocurrió, las llamadas se cruzaron en
un saludo intrigante, tres personas llegaban a contarme un proyecto, una visión
de continente, una esperanza para un país abandonado en la indolencia de una
sociedad ignorante y ciega.
De Costa Rica me hablaba un personaje con acento
alegre, abrigado hasta el cuello, con un gorro de lana que me entregaba la
imagen de una persona que distaba de su lugar de origen, el cual muy distinto
al que hoy vivía, su nombre; Iván Víquez. Con impresión escuchaba lo que me
contaba; cómo conocía una historia por mí vivida, y por muchos conocida, cómo
había llegado a mi persona, y el cómo podía ayudarlos, mientras sorprendido
respondía lo honrado que me sentía participar en esta causa, y de alguna forma
tratando de hacerles ver que contaban conmigo.
La reunión llegó a su fin, un país que desconocía
aparecía en mi conciencia, un país llamado Precaria, un lugar olvidado,
abandonado en Latinoamérica, revés del destino, un lugar común que no tenía
nombre y que hoy se transforma en bandera de lucha.
Así me fui nuevamente manejando a casa, con un
oscuro día que hoy sentía que brillaba como pocas veces, con una lluvia que
acompañaba mis pensamientos y con un clima que ya no me pertenecía, sino que
era parte de un nuevo sentir continental.
Impregnado de este nuevo descubrimiento, llegué a
casa, pensando en esta realidad que siempre me llamó la atención, sobre la cual
investigaba y leía, sobre la cual hoy incluso enseñaba, de pronto viene y
golpea mi rostro, aparece de improviso y detiene por un momento mi
conciencia.
En el momento pensaba en cómo partir, por dónde
empezar, a quien llamar y sobre qué escribir.
Comenzaron a aparecer palabras, ideas, llamadas,
amigos, lugares. Mientras las ideas fluían y el frío aumentaba, la acción pasó
a tomar el control de las palabras y el proyecto esperaba salir.
Mi impresión fue mayor, cuando de distintos países
de Latinoamérica empezaron a aparecer las voces, ansiosos esperaban el
proyecto, del cual poco les podía contar y ciegos ante la idea entregaban su
voluntad. Me pareció increíble que el tema central de toda esta ola de
voluntarios sea la misma, un “por fin”, un “es lo que siempre buscamos” un
continente unido a través de la idea de un grupo de jóvenes que algo querían
cambiar, y ese algo hoy tiene nombre, tiene bandera, pobladores y embajadores,
Precaria, así se llama, y es un lugar que existe en todos los demás.
El día llegó y Precaria se dio a conocer, al
parecer una parte de nuestro continente se detuvo, observó, algunos dieron la
cara, otros la giraron como muchas veces ha ocurrido cuando se muestra la
verdad, el dolor, el llamado de atención, lo que ocurre en el aquí y
ahora.
Las voces crecían y el mensaje pasaba de país en
país, de persona en persona, de ilusión en esperanza, de esperanza en idea, de
idea en acción. El mensaje está ahí aún, en el aire latinoamericano, lleno de
paisajes, de historias, un mensaje de justicia que quiere llegar pronto a
destino, a Precaria, tierra perdida y olvidada, país de pobreza y esperanza, de
lucha, sacrificio y de identidad.
Sigo escribiendo sin saber si esta historia que
comenzó para mí un día nublado en Viña del mar, seguirá su rumbo, sin saber si
llegará a un destino lejano o cercano, pero con la conciencia que Precaria está
más cerca de lo que pensaba, que ahí nos necesitan y que el destino pasa
siempre por donde tiene que pasar.
Precaria es hoy un destino latinoamericano, un
destino de realidad, de verdad, de injusticia, y espera que seamos partes de su
reintegración y que logremos darle la dignidad necesaria para cualquier ser
humano.
Un día llegaron tres personas con un mensaje,
espero ser quien haya llegado para otros con lo mismo, de todos depende que el
destino de un continente cambie, y que el mundo sea un lugar mejor.