. Y esa fue la figura que
ocupa la campaña de solidaridad 2013 de la Iglesia. Muy atinada la imagen, ya
que no basta tener corazón para sentir, mostrar sensibilidad, fijarse en el
otro, sus necesidades, tristezas o simple existencia. Hay personas que caminan
por la vida como si fuesen los únicos, sin fijarse siquiera en quién pasa a su
lado. Apenas se saben el nombre de sus familiares cercanos. Y a veces ni
siquiera eso.
Se le reprocha a las
generaciones de los 90 y posteriores su gran individualismo y materialismo. Parecieran
pensar solo en sí mismos. Muchos entre ellos gastan como si el mundo se fuera a
terminar. Y gastan para sí, sin consideración de las necesidades de los demás.
Incluso, perjudicando a sus seres queridos, padres, hijos, familia.
Somos solidarios para esas
cruzadas épicas como la Teletón, un terremoto u inundación. Pero la
perseverancia en la misma generosidad nos es ajena. Basta preguntar a las
organizaciones de ayuda chilenas, que deben hacer malabares para conseguir
llegar a fin de mes y comprobar que el chileno no es muy solidario: Fundación
las Rosas, Maríaayuda, Hogar de Cristo, por nombrar algunas. Todas ellas
funcionan las 24 horas del día, los 7 días de la semana y todo el año. No solo
cuando hay necesidades o hacen campañas. Lo mismo con la Teletón, que no es
solo el evento puntual a fin de año sino un servicio permanente y costoso a la
comunidad.
La Iglesia llamó al mes de
agosto “mes de la solidaridad” por celebrarse el 18 el día del Padre Hurtado,
día de su fallecimiento.
Además, este domingo el
mundo celebra el día del niño. Una buena oportunidad para pensar en lo propio
del corazón infantil: su sencillez, su generosidad, su inocencia. Valores que
hemos olvidado o dejado morir por la premura, el exceso de cosas, el estrés y
el egoísmo. Recordaremos también respetar, cuidar y defender a los más débiles
de nuestra sociedad, desde que son concebidos en el seno materno. No se es niño
a partir del nacimiento, sino desde ese comienzo maravilloso que es la
concepción.
Conocemos los síntomas de
los “acardios”: la indiferencia, el egoísmo y la soledad. Y conocemos su cura,
la que afortunadamente es simple: ayudar a otro. Así el corazón volverá a
sentir. Cuando ayudas a otro con su cruz, el corazón vuelve a sentir.
Aprovechemos este domingo,
día del niño, para hacer de nuestros hijos, personas generosas. Bueno sería
que, así como les regalamos algo a ellos, que ellos también regalen a otros.
Siempre hay alguien cerca que necesita más que uno.Hugo Tagle
Twi: @hugotagle