Hoy en día la enorme capacidad de almacenamiento de datos que permite internet ha hecho que la memoria de nuestra especie se almacene por completo en infinitos archivos digitales. Dichos archivos no sólo contiene la información, sino que tienen la particularidad de que permiten buscarla con métodos más o menos sencillos. Los motores de búsqueda de internet se han convertido en una herramienta que utilizan cientos de millones de personas todos los días.
Empresas como Google o Yahoo han obtenido beneficios económicos ingentes mediante el tratamiento de la información, facilitando al usuario su búsqueda y su uso.
Los nuevos dispositivos móviles conectados a internet (celulares, tabletas, etc.) permiten no solamente cargar la intimidad de los demás, sino además compartirla casi en vivo, a través de las redes sociales y otros mecanismos de publicidad que hoy están al alcance de cualquiera.
La combinación de los dos factores apuntados puede suponer el resurgimiento de una sociedad "vigilante" que nunca imaginaron ni George Orwell ni Jorge Luis Borges: una sociedad en la que podemos enterarnos de todo y en la que todos los datos quedan almacenados para siempre, conformando una suerte de biblioteca de Babel eterna e infinita.
Estamos ante el "Gran Hermano" de Orwell, con la memoria de Funes, ese trágico personaje inventado por Borges para poner en evidencia la tragedia de no poder olvidar: ahora esa tragedia se ha hecho planetaria y permanente.