Parece un deporte
inofensivo, despotricar del político y desprestigiar la actividad política pero
ganarse muy fácil la vida, en un asalariado sillón político
del congreso o La Moneda.
Parece otro
deporte, despotricar del fisco y desprestigiar el rol social del estado,
pero ganarse muy fácil la vida, con o sin uniforme, con salarios y pensiones
pagadas por el estado.
Parece un deporte
también, despotricar de la proporcionalidad inequívoca del voto, desprestigiar
el valor democrático y matemáticamente justo del sufragio, pero dedicarse una
vida entera a parar la olla dorada, con el mañoso manipulado voto que les otorga
el Binominal.
Y todo eso no
importa. Lo que realmente importa, es la irrelevante discusión de periódicos anti
dilemas, todos destinados a blindar, el
aberrante resultado del modelo que los genera.
Desvergonzadamente
panelistas rentados por los canales de propaganda televisada, disparan unísono,
un desfile de monumentales disparates, que por insensatos, más que una
barbaridad semántica, parecen enigmáticos. Nada puede ser más útil, si lo que se pretende es ennegrecer la
oscuridad, que inyectar trabalenguas impracticables exentos de lógica ninguna. Ahora
no todos los megáfonos para el alquiler que se disputan la aparición en las
pantallas, son personas razonables, algunos sencillamente, no logran entender por
qué su opinión encuentra eco en incondicionales, ni tampoco, por qué alguien
habría de recordar sus dichos la próxima semana.
Esto en
apariencia deportivo, es la cortina de humo que mantiene sistemáticamente a
unos, costeando apartamentos en el barrio
‘alto y colegios de incuestionable calidad para sus propios cabros, y a los
otros tomando inculcado orgullo en la modernidad de servicios publicos, triunfos morales
y edificios ajenos pero no la pareja educación para los cabros suyos.
Pero eso tampoco
importa. Lo que realmente importa, es la ligereza con la que con una metralleta
de infames estribillos toman turnos, para dedicar entrevistas y poblar programas
para la discusión de la gratuidad o la calidad de la educación de los cabros
ajenos.
Desespera la sola
idea de oír a un descerebrado, que por fanatismo o conveniencia, politiza cada
opinión que busque hacer algún sentido del histórico y disparejo sistema
educacional ajeno al interés común , del actual modelo. Claro que son
responsables también los concertacionistas que por no muy invisibles
dependencias, no tomaron con agresiva determinación la misión que el pueblo les
encomendó repetidas veces. Pero distraer la atención con semejante traición de
representatividad, en boca de quienes en primer lugar, crearon la debacle. Es
una brutal manipulación de la desesperanza, y la acumulada desinformación que
deja al consumidor secretamente enardecido, pero en el fondo, inexplicablemente resignado.
Llegará el
momento que una vez más, un parlamentario no sea solo un individuo que voto
por, que apoyo a, que desciende de, que insulto o apunto a, ni mucho menos, su
hija, su hijo, su esposa , o su hermano.
El actual estado
de las cosas no es solo una feria libre de intereses en conflicto, es un
periodo de la historia que será recordado como payasada. El negado’ del actual presidente,
no será más impreciso que el de los anteriores. Fundamentalmente porque
sencillamente no gobiernan, ganan. Para eso mienten, alteran estadísticas,
manipulan los censos, se rodean de sinvergüenzas y cretinos incapaces de sentir
remordimiento ni vergüenza, y con el
mismo dinero fiscal que costean salarios de servidores públicos para la
ociosidad de ministerios, financian toneladas de millonarias propagandas.
Por desafortunado
ruleteo' del destino, el único filtro capaz de corregir el escandaloso desfile
de permanentes saqueos. Son las nuevas generaciones. Tanto los más, aquellos
que no han tenido una educación como se merecen, como los menos, los que
consiguen el éxito en una carrera que en realidad la corren solitos y en sus
propios barrios.
Doblar en estas
elecciones puede parecer un apoyo a los concertacionistas, pero en realidad no
lo es. Es el único camino racional para reconquistar respeto ciudadano.
Empleando para ello, el mismo asqueroso
y mañoso binominal que los otros crearon.
Repitiendo una
infamia pinochetesca aparecida no hace mucho en la Moneda, matando la perra, se acaba la
leva.
Es la inmoral Constitución
política de la república, la responsable del desastre, y solo se cambia, echando a unos, y asustando a los otros.