. El Papa nos recordó viejas virtudes que pertenecen a la agenda
cotidiana de cualquiera, no solo creyentes, tales como la sencillez, escuchar, cercanía, austeridad y valentía.
No
solo habló. Sobretodo actuó. Dio una nueva mirada a los pobres. No a “la
pobreza” que muestran los números o las estadísticas. Con Francisco, ellos
adquirieron rostro, vida, drama y carne. La visita de Francisco a la favela en
Río fue distinta. Se nota cuando una persona – religioso, profesional o
político – frecuenta o no lugares marginales. Era verdad que, como arzobispo de
Buenos Aires, pasó mucho tiempo en las llamadas villas miseria. Fue una
declaración del total compromiso que la Iglesia tiene con los postergados. Nos
dijo: “Para todas las personas de buena voluntad: ¡No se cansen de trabajar por
un mundo más justo, marcado por una mayor solidaridad! ¡Nadie puede mantenerse
insensible a las desigualdades que persisten en el mundo!”.
El
segundo signo fue su alegría constante. Nada de sonrisas impostadas, para la
foto. O gravedades ficticias. Francisco fue una sonrisa permanente en la JMJ
Río2013. No es un punto menor. Como señalaba un cronista: “La alegría es uno de
los signos más seguros de la presencia de Dios. Es una herramienta poderosa
para evangelizar, muchas veces pasada por alto”. Los discípulos de Jesús
“regañaban” a quienes traían a sus niños para abrazarlo. Pero Jesús los
regañaba a ellos por su falta de compasión. La Iglesia debe ser acogedora,
fuente de alegría y paz Y eso no es solo responsabilidad de curas y monjas.Un
tercer aspecto notable de Francisco en Río es su invitación a los jóvenes a
“armar lío”. A Francisco no le molesta provocar. Así lo hizo ver: “¿Qué espero
como consecuencia de la Jornada Mundial de la Juventud? Espero lío. Que acá
dentro va a haber lío, va a haber; que acá en Río va a haber lío, va a haber;
pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la
Iglesia salga a la calle”. Y agregó: “quiero que la Iglesia se acerque a la
gente. Quiero terminar con el clericalismo, con lo mundano, con cerrarnos sobre
nosotros mismos. Las parroquias, los colegios, las instituciones son para
salir; si no salen, se convierten en una ONG”. Francisco no teme hacer “lío”,
especialmente si el “lío” nace de una vida consecuente con la fe. Con el Papa,
Dios está haciendo, como dijo el profeta Isaías, “algo nuevo”. Un regalo no
solo para los creyentes, sino para una humanidad anhelante de trascendencia, de
encuentro, justicia y paz.Hugo Tagletw: @hugotagle