Se suele decir que las desgracias uno no las merece sino que están o no para uno sin más que la dichosa fortuna o en este caso infortunio. Las fatalidades se ceban muchas veces con personas que cuando parece que levantan cabeza y superan una y otra el destino no para de azotarle, otras gracias a Dios, por mucho que uno pueda sufrir reveses no se sabe muy bien cómo pero la fortuna le sonríe y los esquiva una y otra vez.