. Hasta el mismo
extremo de instalarnos creencias, para que luego ejecutemos nuestras acciones
según esas creencias. Acciones individuales y colectivas completamente
insólitas. Las que realizamos disciplinadamente, a pié juntillas. Cosas que
verdaderamente, son de no creer. Cosas ante las que los miembros de la sociedad
se muestran absolutamente obedientes y sumisos. Existiendo otras que son
rechazadas de plano por no poder soportarlas.
La divisoria de aguas de las cosas que se aceptan sumisamente y de las que son
rechazadas violentamente, dependen de dónde provienen esas cosas y de donde se
originan las prescripciones. Pudiendo observarse muy frecuentemente, como la
sociedad reacciona violentamente ante algunas situaciones de la vida cotidiana,
cargando contra la autoridad constituida. Autoridad constituida contra la que
se practica el tiro al blanco, con todos los objetos contundentes que se tienen
a mano, expresando de esa manera su frustración. También lo hacen con insultos
y descalificaciones de grueso calibre. Llegando a producir hasta la muerte de
otras personas que se cruzan en el camino de la exteriorización de la violencia
motivada por la frustración. Actuando en imitación de los que primero lo hacen.
Imitando a esos quienes tiran la primera piedra. Que son en definitiva quienes
encienden la mecha de la descarga violenta. Llegando luego a producirse
reacciones en masa de quienes salen en identificación con quienes han
transgredido.
Paralelamente, esos mismos jóvenes que no están dispuestos a soportar
ninguna medida que provenga de la autoridad, estando dispuestos a ejercer la
violencia si fuese necesario, no deteniéndose ante nada en determinadas
circunstancias. Son capaces de aceptar mansamente los dictados de la moda que
los hace vestirse como harapientos, con la ropa gastada y rota desde el origen.
Es decir gastada y rota de fábrica. Vistiéndose con esa ropa que han comprado
en ese estado de deterioro, porque es una moda aceptada por todos los de su
edad. También existen ejemplos de personas que se visten con pantalones donde
una de sus piernas es veinte centímetros más corta que la otra, porque es
una moda impuesta por quienes los
manipulan. Vestimenta que es usada todavía por los payasos de circo, destinada
a producir la hilaridad del público.
Eso no sería nada, si el fenómeno se detuviera en el aspecto de la
vestimenta. Lo más grave, es que sigue con otras cosas mucho más fundamentales
y significativas. Siguiendo con esas cosas de nuestra subjetividad que nos son
impuestas para que nos las creamos. Fundamentalmente para que luego actuemos en
función de esas creencias que antes nos inocularon. Siendo así como a siete de
cada diez docentes latinoamericanos, les han hecho creer que su función no es
transmitir conocimientos y por lo tanto, actuando en consecuencia con esa
creencia, no los imparten. Ocasionando un serio daño y neutralizando el
esfuerzo que hace toda la población aportando fondos al sistema educativo,
precisamente para que durante la escolaridad, los estudiantes incorporen
conocimientos. Perjudicando enormemente este accionar a las nuevas generaciones
y a la sociedad en su conjunto.
También les han hecho creer a los padres más jóvenes y a los no tan jóvenes,
que deben ser amigos de sus hijos. Lo que ha traído como consecuencia que los hijos de esos padres que han conseguido
que así piensen, se hayan quedado sin la tutela paterna. Sin advertir que hoy
los jóvenes tienen muchas posibilidades de contar con amigos, ya que pueden sumarles
a los amigos reales, los amigos virtuales que se hacen en las redes sociales.
No necesitando de un amigo más. En cambio si, están necesitando contar
imprescindiblemente con su padre.
Por lo que se hace necesario que estemos alerta sobre estas cuestiones a
los que una buena parte de la población se somete mansamente, generando un
cambio cultural que muy poco nos favorece. Favoreciendo sin lugar a dudas a
quienes los promueven con mucha habilidad para posteriormente lograr sus
objetivos.
Eugenio García
http://garenioblog.blogspot.com.ar