Hoy, más que nunca, se exige de quienes detentan un puesto de responsabilidad pública – sea como presidente o parlamentario – un ojo avizor, que aguarde vigilante y cauteloso, atento a los signos de los tiempos. Que prevea los cambios y anticipe la efervescencia social. No nos podemos dar más el lujo de dejarnos sorprender por los acontecimientos, sin anticiparnos a los hechos. Los cambios sociales serán cada vez más vertiginosos y exigirán respuestas más acertadas y prontas.