. Un nuevo record. Quizá la
afirmación tan superlativa sea exagerada, pero hay mucho de cierto.
Ese grupo
etáreo, en todo estrato, consume como si se fuera a acabar el mundo. Muchos –
vale decir no pocos – viven obsesionados con autos y ropa exclusiva; sueñan con
casas caras, se desvelan por lo último en tecnología; compran cuanto artilugio
exótico encuentran. Y nada de esto tiene que ver con mayor utilidad,
aprovechamiento del tiempo o sacarle más partido a la vida. Es simplemente por
el gusto de tener algo distinto, lisa y llanamente, caro. Y esto de las
excentricidades llega a mundos que uno asociaría con simpleza como es el del
deporte. No sabía que para andar en bicicleta, chutear una pelota o hacer un
par de flexiones, haya que gastar tanto. Curioso. Lo que debería llevar a
simplificar la vida, al final es fuente de mayor estrés y gastos.
Y esto nadie lo
admite públicamente. Es de buen tono pasar por desprendido, austero, y sobre
todo, generoso. Lo último es lo peor. Aparejada con la sed de más cosas, viene
la mezquindad. Me tocó verlo en una venta de beneficencia. Un sujeto regateó,
entre broma y serio, el precio de una torta a la niña que atendía hasta que
logró llevársela a mitad de precio. Lo encaré por lo amarrete. Me dijo que era
broma y que, ya que se lo pedía, pagaría el precio de la torta. No sé si lo
hizo. Ese mismo personaje – de mucho dinero -
es el perfil de gente que regatea en todas partes; saca tajadas de
cuanta oportunidad se le presenta, apuesta a que el otro esté medio distraído
para quedarse con el vuelto.
Hay mucha
mezquindad en el aire, la verdad. Nos hemos intoxicado con su mala influencia y
no nos damos cuenta. A medida que las personas envejecen, deberían dan menos
importancia a los bienes materiales. Pero aquí resulta al revés. Es triste ver
a gente mayor tan fijada en cosas materiales ¿Querrán llevarse algo para el otro
mundo? Difícil, se lo digo.
Lo atribuyo a una
cierta inseguridad, complejo de inferioridad. Cuando se es inseguro, se buscan
seguridad en un auto grande, un buen reloj, ropa exclusiva.
Pero esta
tendencia pasa la cuenta. Mientras más orientada a lo material está una
persona, mayor insatisfacción, ansiedad, y problemas se tienen, señala el
estudio. “Además, suelen presentar menos energía y están sustancialmente menos
satisfechas con la vida”. Peligroso esto de aferrarse a las cosas. Se vive más
feliz siendo desprendido.Hugo Tagletw: @hugotagle