Viendo al norte, así tratamos de desarrollar el sur. Así hemos
nacido, crecido y aprendido a hacer ciencia: con modelos de intentar entrar al
“top” de la producción científica; buscando (o más bien soñando) hacerle la
pelea a los grandes centros y redes de investigación de los países del norte.
Soñamos ser nosotros los que encontremos “el gen ABC” y la “última
partícula XYZ del átomo”, hallazgos que esperamos consciente e
inconscientemente resulten de un momento de inspiración y suerte, puesto que en
recursos e infraestructura similar no podemos competir.
¿Publicaría una revista de los más reputados círculos científicos del
norte los resultados de una investigación que ayuda a resolver un problema
exclusivo de un limitado grupo, ciudad o país del sur? Raramente
será cierto aquello. Y luego viene el mecanismo de los premios
internacionales en ciencias (el Nobel entre ellos); premios que favorecerán los
últimos hallazgos o la vida de un científico dedicada a la ciencia general y
universal que resuelve los problemas del norte principalmente; olvidándose por
ello la aplicación y valor local de cada investigación y por ende de cada
investigador, olvido que se exacerba si el investigador “es del sur”.
Y en este vals pregrabado de criterios para establecer como valedera la
ciencia, los problemas del sur, los grandes problemas del sur son dejados de
lado: Enfermedades huérfanas de tratamiento alguno, la ciencia
y tecnología para recomponer los cuerpos desnutridos, la sociología de la
violencia urbana y pandillas, la contaminación por pesticidas en el agro y su
efecto sobre la salud humana, la contaminación del agua, economía popular y
solidaria… estos son algunos de los temas que jamás interesarán a los grandes
círculos de la ciencia del norte, apelando a que “lo realmente científico es
aquello que apunta a la ciencia universal”.
Y la estructuración del sur, socio-política y económica relacionada al
desarrollo de la ciencia tiene también su responsabilidad: “Primero debemos
desarrollarnos y resolver los problemas sociales antes de hacer ciencia”, es
parte de los conceptos y concepciones nucleares de los políticos formados bajo
la óptica de las ciencias blandas y con total desconocimiento de la teleología,
los fines de las ciencias y su aplicación para justamente ayudar a resolver
esos problemas sociales. El problema se va a agravando cuando no
consideramos la integración regional de países en ciencia y tecnología para
alcanzar grandes escales de investigación y la creación de redes locales de
investigadores que permitan resolver en conjunto los problemas comunes a estos
países.
Los medios de comunicación y los científicos también llevan su parte: no
divulgan sus propios hallazgos desde y en el medio local. Los
primeros dan a conocer los resultados de las universidades y centros de
investigación del norte, y los segundos no están acostumbrados a tratar con los
medios de comunicación. Círculo completo, ignoramos lo nuestro y
eternizamos esa ignorancia.
¿Empresas y emprendimiento de tecnología? Estas sí existen en
el sur, si deseamos considerar como tales a las empresas de baja tecnología que
no tiene ideas de mejoramiento continuo, ni de expansión; que son más bien
emprendimientos de auto-sustento más que verdaderas empresas formales con visión
de liderazgo a futuro. Pero luego tenemos a las empresas que no son
clasificadas como “tecnológicas”, sino de “las otras”, las que pecan también en
no contar en su estructura, al menos con pequeñas unidades o centros de
investigación + desarrollo + innovación; o lo que es peor ni siquiera plantean
el acercase a las universidades y a los incipientes centros de investigación
estatales y no estatales para plantearles sus necesidades para la resolución de
problemas. No es de sorprenderse que el modelo empresarial del sur
sea netamente extractivista, artesanal, especulativo, de intermediación
comercial, sustentado netamente en el capital económico y la mano de obra
barata, ausentes de creación de valor aportado por el capital intelectual.
¿Pero cuáles son las soluciones? Para el sur necesitamos
liderazgo en ciencias, o mejor dicho: un real liderazgo político y social en
las ciencias, que fomente tanto la estructura general para la generación
continua de nuevos conocimientos (educación general, básica y científica), así
como el fomento de las ciencias aplicadas para los problemas locales y
regionales.
¿Y los medios? Habrá que recordarles que el sur existe, y que las
respuestas para estos problemas locales nacen de nuestras propias
universidades; después de todo sin medios comprometidos en la divulgación y
difusión de los hallazgos científicos, poco o ningún respaldo se podrá lograr
del ciudadano común a las propuestas de cualquier político que intenta
desarrollar la olvidada pero tan necesaria “Ciencia del Sur”, para la que el
Nobel no es ni debe ser ni una meta, ni la principal de sus
preocupaciones.
¿A alguien más le interesan estas ideas?
DR. JUAN CARLOS PÉREZ YCAZA MGH MBA MSCdirector@e-sopro.com)
Ma. Elizabeth Arteaga García,
Los países del primer mundo ya tienen superados y dominados los problemas de salud, vivienda, alimentación...etc., y por lo tanto cuentan con un índice de calidad de vida muy bueno, además se han preocupado de fomentar la I