El fin del mundo

He de confesarles que le escritura de este artículo me supone un esfuerzo mental para superar la incertidumbre de no saber si va a ver la luz o se va a quedar en la oscuridad que vaticina para esta fecha de hoy, 21 de Diciembre de 2012, el Calendario Maya y todas las teorías apocalípticas que han surgido en los últimos meses apuntando a este día como el del fin del mundo. Aunque imagínense que fuera cierto, la cara que se les iba a quedar a tanto sinvergüenza que no para de enriquecerse a nuestra costa, al ver que tanto robar, mentir y acumular poder se pierde en minutos por el sumidero de una catástrofe natural, convirtiéndose en figurantes de una tragedia que les iguala al resto de los mortales, que al igual que ellos pierden su poder, su riqueza y su soberbia, dejarían de ser esclavos hipotecarios, sufridores de recortes sociales y sobrevivientes en una crisis que está destruyendo las esperanzas de la mayoría de la población. Claro que si usted es cristiano puede interpretar este fin colectivo de nuestros días como el Juicio Final, y sopesar en qué lado del mural pintado por Miguel Ángel con este nombre, que se encuentra en la Capilla Sixtina, se situaría: en el que de los que ascienden al Cielo o en el del que caen al infierno.

 

. Aunque imagínense que fuera cierto, la cara que se les iba a quedar a tanto sinvergüenza que no para de enriquecerse a nuestra costa, al ver que tanto robar, mentir y acumular poder se pierde en minutos por el sumidero de una catástrofe natural, convirtiéndose en figurantes de una tragedia que les iguala al resto de los mortales, que al igual que ellos pierden su poder, su riqueza y su soberbia, dejarían de ser esclavos hipotecarios, sufridores de recortes sociales y sobrevivientes en una crisis que está destruyendo las esperanzas de la mayoría de la población. Claro que si usted es cristiano puede interpretar este fin colectivo de nuestros días como el Juicio Final, y sopesar en qué lado del mural pintado por Miguel Ángel con este nombre, que se encuentra en la Capilla Sixtina, se situaría: en el que de los que ascienden al Cielo o en el del que caen al infierno.
Pero esté tranquilo. Si usted está leyendo estas letras plácidamente mientras se toma un café, estaremos salvados de la apocalipsis anunciada, no sabemos si por impacto de un meteorito, por una tormenta solar o por la bajada del Dios justiciero a la Tierra, y podremos seguir soñando con que mañana nos toque la lotería, que eso sí que supondría una nueva época, por lo menos, para los afortunados que les caiga “el gordo”.  Sin embargo, es posible que Los Mayas no anden tan desencaminados en sus augurios, aunque quizá se hayan equivocado de fecha y el fin de nuestra civilización no se vaya a producir de una manera tan drástica. Si ustedes se fijan en la ciencia, los cambios ambientales que afectan al clima o la geología de la Tierra se producen progresivamente en el tiempo, incluso cuando están provocados por el hombre, como puede ser el cambio climático. Tardan años o siglos, o  miles de años, a pesar de que científicos hay que sostienen que una glaciación se podría producir por una bajada drástica de las temperaturas en cuestión de meses, o días si es usted fan de la película “El día de mañana” que aventura una glaciación en todo el polo norte, por la conjunción de varias tormentas que cambiarían el clima de la tierra en menos de una semana. Pero al margen de estas teorías o de que un desconocido meteorito impacte en la tierra y acabe con todos nosotros, al igual que lo hizo hace 65 millones de años con los dinosaurios, la naturaleza nos da tiempo a que vayamos adaptándonos, como ya nos enseñó Darwin con su teoría sobre la evolución de las especies. Lo que nos da un plus de tranquilidad, para que usted pueda seguir leyendo este artículo u otros durante muchas semanas.

Al igual que esta evolución al medioambiente que adapta a los humanos a los nuevos escenarios que progresivamente se van produciendo, la sociedad también va cambiando paulatinamente a lo largo de la historia. Desde el neolítico hasta la actualidad muchas han sido las transformaciones que la humanidad ha tenido, en función de la adaptación social a las nuevas necesidades que han ido surgiendo. No vamos a entrar aquí en cómo y por qué se han producido esos cambios, pero lo cierto es que las sociedades antiguas nada tienen  que ver con la sociedad moderna actual. Con que lean cualquier libro de historia se darán cuenta. Por eso Los Mayas no están tan equivocados y lo que puede estar sucediendo es que ya estamos inmersos en un proceso de cambio que va a suponer un salto cualitativo en nuestra civilización durante los próximos años. Si este salto va a ser a para bien o para mal, lo veremos, pero en nuestras manos está que sea de una forma u otra. Y de lo que no cabe duda es que ese cambio tiene que ver con el desarrollo de las nuevas tecnologías que están alterando el mercado de trabajo, nuestros hábitos, nuestras relaciones sociales y la manera que tenemos de situarnos ante el mundo. Nos encontramos en plena III Revolución Industrial, que al igual que las anteriores, provocará que surja una nueva sociedad, que hará que miremos este principio de siglo XXI igual que ahora lo hacemos cuando miramos el final del siglo XIX, con la II Revolución Industrial en pleno desarrollo.

Pero volviendo al fin del mundo, para los españoles empezó el año pasado, cuando en una suerte de haraquiri colectivo elegimos, para que nos gobernasen, a aquellos que llevan en su ADN ideológico la destrucción de la sociedad y el modo de vida en la que vivíamos. Un acto de penitencia colectiva que tiene que ver mucho con nuestra idiosincrasia católica que nos avoca a la resignación y al fatalismo histórico como seña de identidad, que ahora estamos pagando, a pesar de que no fueran esas nuestras intenciones. Volvimos a pecar de inocentes, poniendo nuestro destino en manos de quienes sólo piensan en salvarse a sí mismo.

Ahora, con la Navidad encima vivimos en un estado de ataraxia colectiva, de felicidad epicúrea que nos induce a experimentar un placer virtual, bien dirigido por el poder y los mercados, que nos exigen ser felices, falsamente felices, para que nuestra precepción de encontrarnos ante el fin del mundo real, que está destruyendo todos nuestros valores y nuestros bienes públicos y privados, se aplace unas semanas. No está mal que tengamos un respiro, que participemos en este juego de deseos compartidos, que nos dejemos anestesiar durante unos días, para descomprimir la presión que nos asfixia. Pero no debemos caer en el olvido, porque el cambio está en marcha, y si nosotros no tomamos las riendas del carro de la historia, sino sabemos aprovechar las sinergias positivas de este tiempo de transformaciones, para mejorar, otros lo harán por nosotros y, entonces, Los Mayas habrán acertado plenamente y la metáfora del fin del mundo será una sombra que oscurecerá a las futuras generaciones.

UNETE



Compartir
Tu nombre:

E-mail amigo:
Enviar
PDF

  • linkedin facebook twitter
  • ©reeditor.com
  • Todos los derechos reservados
  • Avisos Legales