El viernes, 14 de diciembre, el Instituto de Estudios Sociales Avanzados
(IESA) presentó el Barómetro de Opinión Pública de Andalucía. De los resultados
de la encuesta se pueden hacer numerosas y muy variopintas interpretaciones.
Aquí solo haré dos, una social y otra política. Las dos no tienen correlación
alguna pero son complementarias. La lectura social del barómetro, en estos
tiempos que corren, se hace necesaria al observar el dato que nos muestra como
un 60,8% de los encuestados rechaza la entrada de personas de otros países,
junto con la distinción que se produce entre los inmigrantes que están
trabajando y los que se encuentran en situación de desempleo que resulta un
total del 48,4% de los encuestados. Esta diferenciación supone ya de por sí un
claro rechazo e intolerancia hacia el inmigrante, hacia el diferente. Situación
que deberían de tener muy en cuenta las instituciones y en su caso, implementar
determinadas políticas públicas para que el rechazo y el conflicto social y
étnico no surjan.
En el apartado político las interpretaciones que se puedan ofrecer
pueden ser objetivas o subjetivas. Dependiendo de quien haga tales
interpretaciones. Los resultados del barómetro permiten mostrar una explicación
bastante pesimista, no hacia la política en sí misma, sino a lo establecido, es
decir, a las formaciones de tipo institucional como son el PSOE y el PP. La
desaprobación del Gobierno de la Junta de Andalucía, con un 50% de los
encuestados, se podría explicar también a través del rechazo hacia lo
establecido, el establishment.
Mientras, la caída del PP en estimación de voto de diez puntos porcentuales se
debe a la ausencia de un líder conservador para Andalucía eficaz y carismático
y las medidas que está tomando el PP
desde el gobierno central y la imagen que se ofrece desde determinados medios
de comunicación.
Si la caída en estimación de voto de PP y PSOE es significativa, lo es aún
más el aumento en cinco puntos porcentuales en intención de voto de IU, una
formación que gobierna en coalición la Junta de Andalucía, sin embargo, la
imagen de la formación no está tan denostada, al tener el mayor peso en el
ejecutivo andaluz.
Por lo tanto, el objetivo de las dos principales formaciones del
subsistema autonómico de partidos andaluz no debería de ser la victoria en las próximas
elecciones autonómicas, que también, sino volver a tener la capacidad de
convencer, de ofrecer soluciones creíbles a la sociedad.