Según la definición brindada por la Literatura, la novela es un relato de
mediana o larga extensión, en el que se narran ciertos hechos organizados en
pos de un final, en el que aparecen personajes que dialogan y reflexionan, y
entre los cuales suceden hechos, inherentes al nudo del tema o bien accesorios;
en él abundan también las descripciones y las semblanzas de algunos de los
personajes, o bien de alguien que no pertenece directamente a la historia. Es
una obra literaria cuyo objeto es causar placer estético a los lectores, pintar
sucesos interesantes, describir paisajes, costumbres, caracteres, pasiones,
etc. Este formato es muy amplio y abarca diferentes modalidades y objetivos. A
veces intenta sólo distraer, mientras que en otros casos, la historia sólo
sirve de marco para propagar mensajes de orden político, moral, social,
religioso, etc. Su nombre proviene de la españolización de la palabra italiana
“novella”, derivada del latín “novus”, nuevo. Este género es mucho más moderno
que la mayoría de los utilizados.
El gran novelista francés Stendhal, hablando de lo que él define como un
gran novelista, dijo que “el novelista no puede ser introvertido, porque su
alma es un espejo que se pasea a lo largo del camino”.
En cuanto a la factura de su prosa, algunos críticos coinciden en afirmar
que el novelista no debe pretender ser un prosista refinado, a la manera, por
ejemplo, de Gabriel Miró, sino que, al decir de Manuel Gálvez, “el novelista,
rodeado por los seres de su invención, y urgido por la comezón de de crear y
trabajar, no se detiene a fraguar bellas frases, salvo en momentos oportunos,
en los que las bellas frases le nacen espontáneamente y en el momento adecuado.
Los grandes novelistas, -Stendhal, Balzac, Zola, Dickens, Dostoievsky, etc,- se
han caracterizado por componer rápidamente y sin demasiados preciosismos en su
prosa.
Una novela no debe ser un tratado, ni un ensayo, ni una exposición evidente
de opiniones; éstas inevitablemente aparecen, pero siempre en labios de los
personajes, nunca en las palabras del autor.
No resulta fácil trazar una clasificación de la novela; sólo es posible
intentar algo esquemático, pero siempre habrá una gran cantidad de ellas muy
difícil de tipificar y otras tantas que recorren varias de los tipos
clasificados. No obstante, anotaremos algunos de los tipos más amplios, y
comúnmente aceptados:
La novela psicológica: Es el
tipo de de novela que aborda casi excluyentemente, la descripción de estados de
ánimo, pasiones y conflictos intelectuales. La novela “Rojo y Negro” de
Stendhal, es considerada la novela psicológica por excelencia. En nuestra
región, “La raza de Caín” del uruguayo Carlos Reyles y “Adriana Zumarán” del
argentino Carlos Alberto Leumann, iniciaron este tipo de novela.
La novela histórica: En este
caso, debemos dividir la novela histórica, propiamente dicha, de la novela de
“ambiente histórico”, muy común en nuestros días. En la novela histórica, los
personajes son reales; actúan y hablan personajes de la historia, más allá que
la trama los ubique en situaciones de fantasía, inventadas por el autor. Un
ejemplo claro es “La novela de Leonardo da Vinci”, escrita por el ruso
Nerejkovsky. En ella aparecen como protagonistas: Leonardo, Miguel Ángel,
Rafael y el Papa Julio II. Mientras que en las novelas de ambiente histórico,
los protagonistas son creaciones del autor; los personajes históricos sólo
aparecen en forma fugaz, sólo para que aporten un marco de referencia de época.
La Novela Política y Social:
Éstas constituyen un subgénero de la novela histórica, ya que desde un marco de
estricto rigor histórico, el autor interpreta los acontecimientos, toma partido
o declara su tendencia; esto la convierte en novela política y social.
La novela de Clave: Es
aquella en la que se manejan seres reales, pero con nombres cambiados. En este
caso, el autor cuenta una historia, con una parte o toda la verdad de los
acontecimientos, pero disfraza la verdadera identidad de los personajes reales.
Muchas veces, la historia es conocida por el público lector y logra detectarla,
pero le resulta de singular atracción por los personajes que la vivieron, por
el impacto de los hechos, o quizás con el afán de conocer más detalles de la
historia, aunque no necesariamente se ajuste a la verdad estricta.
Se podría seguir con la clasificación casi hasta el infinito, por la
vastedad que permite el caso, pero sólo nombraremos a manera de ejemplo, la
novela mística, moral, didáctica, costumbrista, policial, de ciencia ficción,
etc.