Último libro del periodista El Roto. Digo
periodista a propósito, pues las viñetas de El Roto reflejan a veces mejor que
mil palabras una realidad, que no nos debe hacer pensar en la subjetividad del
periodista, sino en la objetividad implícita de las cosas y los hechos. Porque
para ver esas viñetas hay que leer casi siempre una breve frase, un comentario
corto, una especie de microrrelato, para el que invariablemente necesitamos
pensar, que es lo que él pretende que hagamos, como si de leer un largo
artículo periodístico se tratara.
En el blog de Sol Pau (http://micasaesmimundo.blogspot.com.es/2012/10/el-roto-imprescindible.html),
hay una excelente entrada sobre el Premio Nacional de Ilustración que el
Ministerio de Educación (España) ha concedido este año 2012 a Andrés Rábago
García, que es quien está detrás de los trazos en blanco, negro y gris, a veces
de color, no para dar alegría al dibujo, sino para resaltarlo. Porque El Roto
es generalmente directo y muchas veces rotundo, ácido casi siempre, pero acertando
a diario en la diana de la actualidad, cuya realidad solemos creer olvidar los ciudadanos
demasiado fácilmente. Para engrasar nuestra memoria están sus personajes
estereotipados, encuadrados y coronados por frases célebres, en lo que es un
estilismo literario propio del periodismo gráfico.
Ahora que estoy leyendo un libro de Julio Anguita,
me resulta portentosa la capacidad de El Roto y otros periodistas para extirpar
la realidad y mostrármela como en un mercado de barrio, con sencillez,
expresiva en sí misma y fácilmente entendible, siendo para mí un claro
paralelismo con la escritura del que fuera uno de los políticos más relevantes
de la Izquierda española. Cualquiera puede comprender lo que transmiten esas
pocas palabras con las que El Roto acompaña sus viñetas. Un estilo que bien
podemos catalogar de literario y, por tanto, artístico, como ocurre igualmente
con los grandes Mingote, Forges, Máximo, Mora, etc.
Concluyo con esta frase (basada en una viñeta
de El Roto), que podemos acompañar con prácticamente cualquier dibujo que se
nos ocurra, por ejemplo, de un joven (o ya no tan joven): “Quizá sea mejor no
llegar al 2025 para conseguir mi primer trabajo”. Es la generación que, sin
proponérselo, ha conseguido aquel mito del vivir de sus padres hasta poder
vivir de sus hijos. Así está España y Europa y así nos lo cuenta don Andrés.