Tras el éxito de Agente 007 contra el Dr. No (1962), la primera entrega de la saga del agente secreto más famoso del mundo, era de esperar que los productores fabricasen una nueva adaptación en la pantalla grande del emblemático personaje creado por Ian Fleming. Así, tan sólo un año después del estreno del primer film, vio la luz Desde Rusia con amor (Terence Young, 1963), la segunda película de James Bond que fue considerada, desde el mismo momento de su estreno, como una de las mejores de toda la serie y, a día de hoy, se mantiene como uno de los títulos más recordados. Esta adaptación de la novela homónima de 1957 -y uno de los libros de cabecera del Presidente John F. Kennedy, un aspecto decisivo que influyó a la hora de adaptar esta novela en lugar de otra-, puede presumir de mantener intacto el espíritu del primer largometraje, esa estética y ese look sofisticado por el que hoy todos recordamos a James Bond, así como de haberse llevado a cabo con un presupuesto mayor que su primera aventura -aspecto que se evidencia en una más cuidada puesta en escena y unas espectaculares escenas de acción- y por volver a contar con el más carismático Agente 007 de toda la saga: un Sean Connery que, a pesar que sólo se había comprometido en aparecer en la primera entrega del personaje, firmó un contrato para tres títulos más debido al fulgurante éxito de sus aventuras.