La necesidad de salirse de las Instituciones educativas para poder formarse como persona íntegra, cada vez la veo más clara. La educación, si bien desde hace mucho tiempo había estado al servicio de los intereses de unos pocos, hoy sin duda, es la mera especialización sin ningún tipo de reflexión crítica. Han conseguido transformar a los estudiantes y trabajadores intelectuales en analfabetos funcionales. Intentaré explicarme mejor, no son analfabetos al uso, puesto que saben leer e incluso algunos hasta escribir, ahora, pensar es otra cosa. Lo que se fomenta desde todos los rincones del mundo académico es la competitividad, la productividad y la especialización, todos ellos enemigos directos de la formación completa del individuo. En alguno de mis anteriores escritos (El sentido crítico, un valioso tesoro poco cultivado) ya mencionaba que en las diferentes etapas de mi educación, exceptuando con algunos buenos profesores, críticos con el sistema educativo, nunca me han enseñado a reflexionar sobre un texto. Sin embargo, me he tenido que aprender de memoria medidas o párrafos, sin saber realmente lo que significaban.