. El P.Francisco Pereira hace mención de
dos noticias con mucho en común: la potencial construcción de un
puente sobre el canal de Chacao y un informe de la Contraloría que
habla de más de seis mil menores esperando atención en el Sename,
por falta de recursos económicos.
La primera es una buena
noticia; la segunda no. Apoyo la construcción del puente. Caminos
son progreso. Ahora quizá no lo notemos, pero con el tiempo,
aumentará el flujo vehicular – producto de su existencia – y nos
arrepentiremos de no haberlo hecho más grande. Así somos. El puente
del Chacao traerá muchos beneficios. Pero también como país
debemos tomar conciencia del drama de menores que se encuentran en el
más absoluto de los desamparos. En efecto, señala el P.Pereira: “El
costo anual de atender a estos niños, no superaría el 5% del costo
del anunciado puente. La rentabilidad social, en este caso la
dignidad, será infinitamente mayor que la del puente”. Sacar niños
de la pobreza es un bien que repercute positivamente en toda la
sociedad. No es caridad; es inteligencia. No es “un asunto de fe”:
es apostar por una sociedad inclusiva, ahorrarnos problemas sociales
y ser todos más felices. Mirelo así: quienes somos ahora felices,
¡lo seremos aún más! Niños integrados son un aporte; no un
problema.
Señala el Director de
Maria Ayuda: “A todos los que trabajamos en esta causa, nos produce
un inmenso dolor saber que miles de niños en riesgo psicosocial
queden fuera del sistema de protección. También preocupa que otros
miles dentro de él vivan en condiciones y atención profesional
precarias, precisamente por la falta de financiamiento. Se requiere
una decisión de Estado respecto de los adecuados programas como los
que María ayuda y otras tienen a su cargo”.
En efecto, debemos tomar
“el toro por las astas” y abordar este drama con responsabilidad.
No basta la caridad. Es un asunto de justicia y sentido común. Hoy
no hay mejor inversión social para prevenir la drogadicción, el
alcoholismo y la delincuencia juvenil, que invertir en programas de
prevención y reparación psicosocial; hogares que permitan acoger a
estos niños y darles una oportunidad de inserción social, laboral y
familiar.
Los puentes como el del
Chacao ayudan a una mejor conectividad. Son necesarios. Pero los
puentes de humanidad y dignidad crean vínculos entre nuestros
mundos: el de esos 6 mil menores en riesgo social y nosotros. Esto
hará que nuestro país segregado se encuentre de verdad.