Ya es habitual escuchar que vivimos en lasociedad del riesgo, según la expresión acuñada por el sociólogo alemán Ulrich Beck. Riesgos globales difíciles de prever y gestionar.
Lo estamos viviendo en el plano económico (con consecuencias en lo político y lo social); y lo podemos experimentar con más dramatismo en un futuro cercano, por las incertidumbres sistémicas de la economía, el calentamiento del planeta o crisis bélicas, como la que se está gestando contra Irán.
Leo en El País que Israel podría atacar las instalaciones nucleares iraníesa lo largo de 2012. Si estalla, es posible que no sea una guerra equiparable a las de Afganistán, Irak o Libia. Puede tener efectos globales trágicos por el aumento del precio del petróleo, el recrudecimiento del terrorismo global y/o el riesgo de contaminación nuclear.
Es crucial que las personas y organizaciones que apostamos por la inteligencia social acertemos a elegir la estrategia correcta, adaptada no sólo al presente (que cambia rápidamente), sino a los escenarios de crisis económica, social, bélica y medioambiental que pueden agravarse (porque ya existen) en breve y a lo largo de los próximos años.
En mi opinión, esa estrategia debería apostar por la concertación de esfuerzos (públicos, asociativos y empresariales) en el plano local, regional, nacional e internacional, promoviendo la creación de comunidades de apoyo mutuo y redes sociales de colaboración. Hay que motivar y ayudar a que se construyan esos lazos. Afortunadamente, cada vez hay más coaches y mediadores que pueden contribuir a que esto sea posible.
Se necesita urgentemente un pacto social inclusivo, de ayuda recíproca. Y hay que conseguir que las élites económicas y políticas se comprometan con él. A a mi juicio, ese es el reto actual y de futuro de las fuerzas democráticas y de progreso, junto el impulso a la innovación social y económica con la participación y el protagonismo de los ciudadanos.
El municipalismo tiene aquí un gran reto y una gran oportunidad. Los ayuntamientos pueden jugar un papel decisivo, si apuestan por este enfoque comunitario, inclusivo y solidario, mediante la concertación democrática de esfuerzos públicos y privados.
Para ello es fundamental que los ayuntamientos se abran a la participación activa y al protagonismo de la ciudadanía, organizada y activa a través de organizaciones diversas: partidos, sindicatos, asociaciones, empresas, entidades religiosas, centros educativos, familias, etc.
El municipalismo tiene que renovarse poniendo en valor el papel mediador e inclusivo de los ayuntamientos, compartido con el papel mediador e inclusivo que pueden ejercer otras instituciones y organismos ciudadanos, públicos y privados.
Llegó la hora de las comunidades de ayuda mutua y de las redes de colaboración. Los ayuntamientos y los representantes políticos que los gobiernan no necesitan mucho dinero para impulsar esta política, pero ¿tendrán la inteligencia y, sobre todo, la sensibilidad necesaria para hacerlo con éxito?
Josemaria Fernández Ureña, Orientador Laboral y Personal. Acompañamiento.
Mal nos irá si así no se entiende. Es además urgente e inmediato. Completamente de acuerdo con tu planteamiento.