La industria
minera del norte chileno comienza a vivir –este 2012- un proceso único en su desarrollo
histórico y que afecta centralmente al desarrollo organizacional-empresarial; en
los próximos 5 años, esta industria deberá incorporar más de 70.000 nuevos trabajador@s y consecuentemente, impactará en la economía
macro regional y nacional en una cifra que se estima superior a los 140.000 nuevos
empleos adicionales en los sectores prestadores de servicios a la minería y a
la región en general.
La
sola cifra resulta impactante puesta en contexto, toda vez que en la
actualidad, la fuerza de trabajo de la región de Antofagasta se empina cercana
a las 200.000 personas y la industria minera da empleo directo a 65.000
personas; en pocas palabras, en el próximo quinquenio la minería obligará a
duplicar la fuerza de trabajo en la macro zona minera, con todo lo que esto
significa para las personas, las empresas y la región-país.
Analistas
de la COCHILCO[1] han
contemplado que a este escenario se debe sumar un factor adicional que tensiona
aún más al sector, cual es el paso al sector pasivo (jubilación) de más de 10.000
personas que hoy son parte de los staff de profesionales, técnicos y personal calificado
de la minería nacional lo que resulta en
un problema al constatar que la generación de recambio no llegará sino hasta unos tres años más y
con la falta de experiencia natural.
Lo
anterior nos permite entender que el factor crítico en la industria minera de
los próximos años no serán los recursos financieros ni tecnológicos ni de
materia prima[2];
será el recurso humano, personas; personas que permiten mover esta industria y
su déficit, carencia, incompetencias, escases de compromiso, desmotivación,
excesiva mercantilización o simplemente la sobre demanda, pueden ser, sino punto
de quiebre al menos factor de una enorme tensión ambiental.
Prepararse
para enfrenar estos escenarios es una tarea urgente y necesaria; justa y necesaria
podríamos agregar. Esta presión afectará a toda la cadena de valor y a no
dudarlo, tocará a todos los estamentos. No solo la región de Antofagasta es –estructuralmente-
incapaz de satisfacer esa demanda, también le ocurrirá lo mismo a las regiones de Tarapacá y de
Atacama, regiones –todas- que deberán competir con el sur peruano y el norte
argentino por la captura de las y los trabajadores. La industria minera, claro está, puede tener
la “tranquilidad” de estar en la cresta de la ola al ser el sector que sostiene
el peack salarial, pero esa tranquilidad es solo aparente, tanto en cuanto a
los puestos directos (empleos de planta en las empresas mineras) se deben sumar
los puestos indirectos (sub contratos) que constituyen más del 65% de los
empleos del sector y que no están precisamente en la misma parte de la ola
salarial. Haciendo una caricatura, podríamos pensar en que quizás no habrá
trabajadores disponibles para realizar labores de aseo en las faenas mineras y
el colapso venga por esta arista.
Evidentemente,
algo se puede hacer. Nada hace presagiar un apocalipsis, pero mientras antes se
le ponga “el cascabel al gato”, menos
riesgos se deberán administrar.
¿Qué hacer entonces?
Por ser este
un fenómeno nuevo, en una región aún en pleno proceso de crecimiento y
desarrollo, es decir, inmadura, nos atrevemos a proponer algunos tips a tener
en cuenta:
·
Abrir la conversación a todos los actores
implicados en este proceso. (públicos, privados, empresas mineras de todos los
tamaños, empresas proveedoras, agremiación empresarial y agremiación de
trabajadores; academia y organismos encargados de la formación-capacitación
laboral, entre otros)
·
Definir estrategias de captura de mano de obra
(Diseñar y levantar una oferta)
·
Definir estrategias formativas de las personas
· Asegurar ahora el desarrollo de una adecuada capacidad
organizacional en estas áreas
·
Diseñar estrategias de fidelización para los
trabajadores
· Asegurar la direccionalidad de los recursos
públicos destinados al tema, evitando su mal uso o su uso inoficioso.
· Construir liderazgos empresariales sólidos tanto
a nivel regional como de cada organización (empresa) que permitan soportar y
monitorear el proceso en forma permanente.
·
Adecuar las organizaciones (empresas) a las
nuevas exigencias que se presentarán.
· Conformar y sostener mesas sectoriales de
trabajo y de prospección de las actividades intentando anticiparse a los
escenarios de cambio que se vienen.
·
Hacer conversar los desarrollos mineros con los
necesarios equilibrios urbanos; de conectividad; de desarrollo inmobiliario y
del sector servicios; es decir, buscar
crecimientos equilibrados que no descompensen las ciudades, evitando los
colapsos.
·
Construir plataformas que favorezcan las
sinergias en todos los ámbitos y eviten la duplicidad de esfuerzos.
Lo que se viene puede ser una tremenda oportunidad o puede ser un
tsunami feroz que termine por destrozar lo ya edificado.
No caben, en esta manera de interpretar,
pequeñeces. Los miles de personas y los miles de millones de dólares son
demasiado importantes para hacer las cosas mal; esta oportunidad hay que
aprovecharla en su máxima expresión pues está llamada a ser la energía de activación del desarrollo de la región y por qué no
decirlo, de Chile.
[1]
COCHILCO: Comisión chilena del cobre
[2]
Con la salvedad del recurso energético que puede ser también el otro dolor de
cabeza