Parafraseando
a Seto de
la comunidad musical RYM, comienzo mi primer artículo ever.
¿Por donde empezar?
Quizás sería algo extremo irnos a cuando los primeros hombres
nacidos golpeaban e improvisaban con sus huesos y palos. Así que
como estos no tenían culpa de aún no entender la definición de
“música” pues nos iremos a los tiempos modernos, donde estos SÍ
tienen culpa de, para empezar, no entender (o al menos pararse a
pensar) que la palabra música representa a la primera de las artes.
Por algo será ¿no?
Hoy en día escuchar
música es algo más que se consume, que algo que se disfruta o se
analiza artísticamente. Vamos a ver, podemos ser consumidores de
música y disfrutarla como un enano, con lo que entender o saber analizar no es
obligatorio, si no al final seríamos todos un poco pedantes con tanto
tecnicismo. Lo que me refiero es más que hay propósitos monetarios
de por medio, algo que no debería afectar al producto final musical
pero que sin embargo lo modifica de tal manera que te entra a la
primera. Ese es el objetivo, cuanto antes forme parte de nuestras
vidas, más rápido pagaremos por ello. ¿Pero qué conseguimos con
esto artísticamente? Una obra más sencilla y adornada con la magia
de la producción para así dejarla más bonita por fuera pero hueca
por dentro. Entonces es cuando viene el mal con forma de jinete del
apocalípsis; si existiera un producto o dos de estas
características, sería algo más, hasta tolerable. Pero cuando la
mayoría, lo que manda, es de estas características… un arte
muere, se convierte en regla general y parece que ya no hay otra
manera de hacerlo por que se nos nublan las otras posibilidades.
Lo peor fue cuando
esta nueva manera de hacer las cosas se contagió a otros estilos
musicales (hoy en día, prácticamente todos) y aunque a primera
escucha no pareciera, a la larga se encontraban los mismos elementos.
La estratagema de discográficas que prefieren el dinero al arte
había funcionado, no todo el objetivo venía a sus productos, por lo
que iremos nosotros con lo que les gusta. Delicioso cebo de otro
color.
Creo que uno de los
problemas bases es la educación musical que recibimos. Vale que hoy
en día es una asignatura obligatoria en muchos centros educativos,
pero el simple hecho de enseñarte solfeo y flauta no es suficiente,
necesitamos una educación que nos diga como identificar una obra
mejor que la otra. Claro que entran los gustos personales de cada
uno, pero si sabemos entrenar al oído podemos identificar más
rápidamente esas piezas musicales más ricas en su contexto y
armonía. No es tan difícil como puede parecer, todos somos capaces,
y con el tiempo, en teoría, lo logramos si escuchamos la suficiente
música. Y con escuchar música no me refiero encerrarse en un estilo
o dos durante muchos meses, por mucho que te guste no ayuda. Para
entrenarlo cualquier estilo vale (sí, cualquier estilo, hasta
“esos”) pero siempre y cuando sean varios, cuantos más mejor y
escuchados poco a poco. También cuantas más diferencias de un
estilo a otro mucho mejor. ¿Qué conseguimos con esto? Pues que a la
hora de escuchar cualquier canción conseguimos darnos cuenta de
detalles que siempre estuvieron ahí pero que se nos escapaban,
logrando analizarlos mejor y conociéndonos mejor a nosotros mismos
en cuanto a gustos y necesidades musicales.
Todo esto abre la
mente en cierto modo, o al menos expande un poco más nuestro plano
artístico y creativo, así como el analítico para que no nos tomen
más el pelo. Exactamente me refiero que no hace falta ser un erudito
para entender de música, simplemente que no recibimos una educación
musical adecuada por ninguna parte, se nos dejan sueltos a la
aventura y obviamente acabamos topandonos con las radios comerciales
por todos lados logrando así que pensemos que no hay nada más allá
de eso. Nos limitan el mundo por conocer, nos lo meten tantas veces y
de tantas maneras que no caemos en la cuenta de que hay algo más.
Si cogemos por
ejemplo, no sentiros por ahora identificados, a un heavy, te digo y
pongo la mano en el fuego que la mayoría escuchan esa música por
sentirse parte de un grupo o moda. Solo el 0,3% (por poner el
porcentaje del título, realmente a saber cual es, obviamente será más) ama de
verdad esa música y la siente hasta la última nota.
Si recibiéramos una
educación en el sentido de que en la televisión y similares
viéramos tooodo tipo de música, entonces creceríamos con gustos
mejor definidos y sin tener tan poca personalidad de gustarte lo que
le gusta a la mayoría. Se podría convivir con ello por muy
diferentes que fuéramos cada uno.
Me mosquea de la
música hoy en día esa visión pobre a la hora de analizar un tema.
Normalmente nos fijamos más en la melodía y la voz ¡en incluso en
la letra por encima de la música! Ignorando así a la base rítmica,
a los arreglos, detalles o armonía que también costaron su trabajo.
Irónicamente muchos temas que triunfan es por el ritmo y ni nos
damos cuenta de ello. Hoy un tema triunfa si te mueve, si te hace
bailar como loco, y ni siquiera recordarás que rayos estaba haciendo
la batería o percusión similar. Entonces, a partir de esa poca
educación musical que digo, atribuimos que lo que nos mueve es la
voz, lo primero que se percibe como humanos que somos e identificamos
como un igual. La melodía se queda por que es muy bonita (la clave
son hacerlas sencillas, el oído se hipnotiza enseguida) y entonces
las cantamos convenciéndonos a nosotros mismos que nos gusta por el
simple de cantarlas a la segunda escucha, o la primera, que son las
más peligrosas.
Otro de los meollos
de todo esto es lo injusto de ver como músicos de composiciones
complejas que han dedicado su tiempo a ello son escuchados por cuatro
gatos y eclipsados por esos otros que con gusto u obligación
fabrican 4 notas bien combinadas y se llevan méritos colosales. El
premio por según que méritos está mal repartido en muchos campos,
y en la música no iba a ser menos.
Si os digo la
verdad, si triunfara con un grupo de canciones de cuatro notas me
sentiría sucio, no me sentiría que lo merezco o me lo he trabajado
tanto como para ganármelo. Actualmente estoy con uno de solo
versiones y no me llena como debería el ganar dinero por ello, no
hay mucho merito real ahí. No me refiero que un grupo que
compone de manera sencilla pierda todo su merito, no, hay grupos que
con poco dicen mucho y expresan emociones sin complicarse. Y eso es
admirable. Solo pongo de ejemplo una opinión mía, que me gusta
complicarme la existencia a la hora de interpretar.
Hoy en día
culturalmente la música es muy diferente a como se interpretaba hace
solo tres o cuatro décadas. En los 60 hubo una revolución musical,
la cual se utilizó para pedir derechos y para abrir el alma y la
mente. ¿Os imagináis hoy en día a los oyentes en general de la
radio liando una revolución en nombre de sus ídolos musicales?
Difícil pero por el simple hecho de que no me veo a ninguno de esos
productos de buen ver y “voz mágica digitalmente” siendo un
líder con ideas o al menos una buena filosofía. En parte no es así
por que a ellos, los del billete antes que la expresión, no les
interesa. Eso no da money, solo da quebraderos de cabeza.
En antaño gente
como Hendrix, Lennon, Joplin o Morrison movían masas enteras con una
filosofía en común, con un pedir de derechos. Una unión que se
lograba gracias a la música que expresaban, a esa revolución de
nuevo sonido.
Otro ejemplo de
poder musical en las masas y en la onda de los anteriores son los Sex
Pistols, músicos pésimos como pocos (bueno, más bien solo el amigo Sid
Vicious) que lograron un primer disco revolucionario donde inventaban
de todo: sonido, tendencia, expresión agresiva nunca antes vista y
hasta manera de vestir. Lo bonito es que ningún magnate del dinero
les dijo como tenían que hacer todo eso, simplemente lograron
promover una palabra, una idea y una lucha por ellos mismos. ¿Cómo
logró “aquel de arriba que no le interesaba” deshacerse de ello?
Fácil: convirtiéndolo en moda. Una estrategia que siempre ha
funcionado y que hasta hoy en día sigue funcionando con los propios
punkys, los heavys y los indies. Una vez descubierta la formula de
contraataque para acabar con las masas, pues ya solo quedaba lucrarse
con lo mismo pero fabricado de manera más rápida y de escucha más
digerible y bonita, sumándole así buenos productos como ropa y accesorios para sacar
más beneficio.
Reconozco que fui
Heavy en mi juventud quinceañera, ahora me arrepiento un poco. El
ver a gente ya treintañera que siguen con la misma actitud me hace
darme cuenta de como de lleno cayeron en la trampa del consumismo. Seguir en esa etapa lo veo un signo de
inmadurez y no haber sabido crecer. A
esas edades se puede seguir siendo Heavy, pero más de corazón y no
de manera artificial. Si te gusta el Heavy Metal de
verdad, siempre lo tendrás ahí, pero por favor, no seas el
resultado de un producto.
En resumen, la
música solo gusta al 0.3% por el simple hecho de que a veces no
saben ni lo que están escuchando realmente, porque consumen música
como si fuera comida en lata, porque intentan aparentar algo a partir
de escuchar tal o pascual o porque sencillamente no se han parado a
pensar y analizar si les gusta de verdad o no y si hay todo un mundo
allá fuera.
Una de las frases
que más odio con todas mis fuerzas es esa que dicen “En la música
está todo inventado” ¡JA! Cada década aporta nuevos estilos y
de ejemplo cercano en la propia RYM existen más de mil géneros… para tener derecho a
decir esa frase hace falta escucharse tooodos esos géneros. Pero aún
así cuando quisiéramos terminar bastante tiempo después
descubriríamos que han nacido nuevos conceptos y enfoques aparte de
combinaciones de estilos.
La manera de
entender todo esto es fácil, de manera técnica la música es
matemática, y esta es infinita, y de manera artística la
imaginación no tiene límites… así que…