En el pasado muchos de los saberes de
la humanidad se concentraban en aquella mítica biblioteca, por aquel
entonces era el no va más de la cultura y el saber humano. Pobres de
esos hombres, y sus de repente colapsadas mentes, si pudieran estar
ahora y ver lo pequeña que se queda esa magnificencia ante algo tan
"sencillo" y al alcance de la mano como lo es esa magia sin forma física
que tenemos diariamente: Internet.
Hoy en día todos los secretos
han sido contados (bueno, casi todos) y cada vez nos cuesta más
sorprendernos por algo que de bien jóvenes, seguro que os pasaba, nos
fascinaba por muy tonto que fuera. Parte de ese encanto se debía al
esfuerzo y la espera de conseguirlo o verlo; poco a poco eso ha muerto,
me temo.
Ahora es posible acceder
a esta biblioteca con conocimientos infinitos, no literalmente, pero si
aplicable debido a que una vida humana le es imposible leer todos los
escritos que albergan esta mole de datos. Aún encima posee un buen
servicio de actualización y las novedades llegan con prisas y bien
completas. En resumen, el sueño hecho realidad de cualquier sabio
clásico.
Bien, ya tenemos otro objetivo
cumplido, ¿ahora qué? Pues está claro, a convertirnos todos en sabios...
de plantar mazorcas en granjas del Facebook.
Si comparamos esta biblioteca
definitiva con las nuestras cotidianas de toda la vida, veremos que la
diferencia no es mucha, pero no refiriéndome a lo obvio, si no más bien
al comportamiento de sus visitantes.
Si
echáis memoria recordaréis que el 90% de las veces que íbamos a una
biblioteca era solo para estudiar o buscar el típico libro que nos
obligaba el profesor. Ibas con los compañeros y realizabas el trabajo,
te marchabas e incluso puede que cogieras un libro curioso. En ese lugar
reinaba el silencio, pero a veces era perpetrado por gente bobalicona
que no captaba el mensaje del lugar y formulaban incógnitas mudas de que
pintaban allí realmente. Estaban ahí por la juerga, por aburrimiento,
por obligación... espera, salvo por esto último, el asunto me suena...
Según mi punto de vista, la giga
biblioteca por la que todos navegamos se ha terminado por convertir en
esto, en un montón de gente gritando (pero de manera escrita) entre
estanterías y mesas de trabajo. Esa falta de respeto forma parte ahora
de la cultura del saber universal y punza en cada esquina de la
biblioteca perfecta.
Esos
chavales gritones que molestaban a los "empollones" son ahora, quizás en
gran parte, los Troll de foro que intentan llamar la atención y hacerse
notar para que sepamos que existen. Los moderadores ahora sustituyen al
bibliotecario frustrado que se metió ahí porque amaba el leer y
encontró lo contrario a lo esperado. Los libros de autores maestros se
mezclan con esos libros simples de biografías de chavales de quince años
que van de cantantes (no hace falta que diga que es más cogido para
leer este segundo), siendo en la red esto similar pero con páginas bien
informadas contra la misma página de turno del chaval guapete que te
educa 0%
Otra cosa similar es el
coger prestado libros, siendo una enorme ventaja en este caso el que te
dejen llevarlos indefinidamente. Pero cuando las cuentas salen a miles
de miles de libros prestados, pues como que la biblioteca y sus dueños
no les parece bien y comienzan a buscarte para que pagues una multa por
un derecho cultural...
En resumen, la nueva Biblioteca
de Alejandría está siendo de nuevo quemada pero de una manera un tanto
metafórica, siendo relegados todos los saberes imaginables por datos
basura y libros de contenido más bien poco cultural. Esto se aplica a
cualquier campo, ya que en Internet todo tiene cabida, pero todo.
Me
parece triste que teniendo al alcance el saber que tanto soñaron
aquellos hombres del pasado sea desaprovechado y obviado por los buenos
cultivos que nos da la granja del Facebook (o introducir aquí cualquier
asunto similar Internentil). Es como cuando luchamos por algo y al
obtenerlo, cual niño muy pequeño, lo dejamos de lado olvidando el merito
de todo ello, como si realmente no importara tenerlo ya.
La muerte del saber siempre ha ocurrido, y parece ser que es proporcional al tamaño de la cultura que se posea mundialmente.