“Literatura Uruguaya” por Tati Jurado.Adentrarse en el universo onettiniano requiere cierta predisposición. Y no porque su literatura sea inaccesible ni densa, sino porque quien sabe de la maestría del escritor uruguayo para exponer el mundo interno del ser humano, sabe que en más de una página se va a encontrar con su reflejo. Y esta obra, Juntacadáveres, que conforma junto a La vida breve (1950) y El astillero (1962) las Novelas de Santa María (2010), no es una excepción. También en ella, mientras parece escucharse un bandoneón de fondo, se comprende que la decadencia general es una proyección de la particular, que inevitablemente se termina alimentando de su propia amplificación.Santa María recibe con recelo a Larsen, ahora convertido en proxeneta, y a sus tres acompañantes, tres prostitutas que se resisten como pueden al inesquivable marchitamiento: la malicia se abre paso por el andén de la estación de tren. Llegan a la ciudad para inaugurar un burdel con el consentimiento de las autoridades, de casi todas. Ya desde las primeras páginas, se adivina que el estreno de ese negocio, que solo contempla los placeres terrenales, no cuenta con el beneplácito de la mayoría de la población.Instalado en una casa alquilada en las afueras, el prostíbulo abre sus puertas; y su apertura pone en marcha el engranaje de un déjà vu anclado en el tiempo. El moralismo y los prejuicios toman acción de la mano del padre Bergner, de La Liga de Caballeros, de Las Muchachas de la Acción Cooperadora y de muchos habitantes. Pero un negocio no sobrevive sin clientes, y son numerosos los parroquianos que le insuflan resistencia al emprendimiento de Larsen. Un Larsen, apodado Juntacadáveres por el aspecto pobre, deteriorado y viejo de las mujeres a las que trabaja, que intenta, una vez más, huir de la condena del fracaso; fiel representación del que corre a sabiendas que no llega, de la dialéctica entre lo que se quiere y lo que se puede.A través de la voz de los narradores, que delimitan el espacio temporal, Onetti ofrece al lector los hechos vivos y los vividos. Y es la perspectiva que aporta esta alternancia entre el presente y el pasado lo que permite aceptar aquello de que «un acto no revela la naturaleza completa del ser». Una premisa que los diferentes personajes escenifican en esas intervenciones que testimonian que su proceder en la vida social no va de la mano con lo que piensan.La corrupción, el moralismo hipócrita, el dolor del paraíso perdido, la flexibilización que imponen los intereses a los principios, la incógnita del devenir y el absurdo de la vida cobran protagonismo y visibilizan las grietas camufladas de la sociedad de un lugar imaginario que bien podría ser uno real. Existencialista, no se puede negar que pesimista, esta novela ejerce de lupa y de espejo retrovisor, dos visiones de una misma realidad que sin embargo es relativa. Una muestra del escenario mitológico de Santa María, de un universo narrativo que superó las fronteras orientales y convirtió a Juan Carlos Onetti en un referente de la literatura latinoamericana.Publicado el 21 de septiembre de 2022Entrada relacionada con Juan Carlos Onetti, Tati Jurado