Las polémicas elecciones internas de Morena, el partido que gobierna México

 El partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), quien gobierna actualmente México, convocó a sus militantes a votar en las elecciones internas para renovar a tres mil integrantes de su Congreso Nacional, que son los encargados de marcar las normas de este organismo.

 

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Este proceso resultó en mucho escándalo mediático, pero que también da para tratar de analizar qué es lo que mueve a las personas a ser partícipes de estos eventos: ¿Un interés personal o una verdadera convicción ideológica?

No hablo de los militantes que tienen algún cargo político o aspiración electoral, sino del grueso de las personas que forman la base social de un partido. De aquellos que difícilmente pueden acceder a la cúpula de estas organizaciones y mucho menos, ser parte de la élite que gobierna al país.

En el ámbito político mexicano, el término “acarreados” se acuñó desde el siglo pasado, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernó en solitario por más de 70 años.

Para validar sus actos públicos, las elecciones locales e incluso las presidenciales, llevaban gente a los eventos o centros de votaciones, pero en realidad no sabía a qué iba, solo lo hacía a cambio de recibir una torta, un refresco o algunos pesos.

De esta manera, asistía y participaba en los eventos políticos, sin la menor idea de lo que esto representaba.

A pesar de que con el comienzo de este siglo se dio en México la llamada “transición democrática”, donde el PRI perdió la presidencia en el año 2000, estas prácticas de llevar “acarreados” siguen siendo muy útiles para todos los partidos políticos y gobernantes.

Con este antecedente, siempre que veo a las personas dispuestas a emitir su voto en unas elecciones, me surge la duda de hasta dónde somos conscientes de lo que esto representa y cómo nos convertimos en un bien muy preciado para los políticos, que utilizan nuestras decisiones para mantener los beneficios que solo ellos pueden tener.

En redes sociales circularon videos, donde las personas que participaron en las elecciones internas de Morena, se pelearon a puño limpio en algunos centros de votaciones, quemaron urnas o hacían todo lo posible por impedir -eso supongo- que se pudieran llevar a cabo los comicios, al menos en esos lugares.

A pesar de que esto generó mucho escándalo mediático, sobre todo por parte de los partidos opositores, parece que fueron hechos aislados que no ensucian el proceso interno.

De acuerdo a Mario Delgado, presidente de Morena, solo se van a repetir las elecciones en 5 distritos de los 300 que conformaron el proceso general, lo que apenas representa el 1.6% del total.

Según cifras del propio Morena, cerca de 3 millones de personas participaron en las elecciones internas para renovar a sus dirigentes nacionales.

Pero regresando a las motivaciones personales de los individuos que fueron a votar, también circularon videos en donde se veía cómo inducían los votos hacia alguno de los participantes, con instrucciones precisas para recordarle a las personas, por quién deberían de votar.

También grabaron a adultos mayores que no sabían qué hacían ahí o para qué eran las votaciones. Esto no es raro en la política mexicana, todos estos casos son más bien como una tradición que no puede faltar en los procesos electorales, sobre todo cuando se trata de partidos políticos, sin importar de cuál se trate.

Esto es lo realmente grave, que por más que los ciudadanos intentamos transitar de manera civilizada a la mejor etapa de un sistema democrático representativo, los propios partidos políticos son los que mantienen los vicios y las prácticas, de los peores momentos del sistema único y autoritario que vivimos en el siglo pasado.

Así, sin saber exactamente cuántos de los cerca de los tres millones que participaron en las elecciones internas de Morena eran “acarreados”, este partido que fue fundado por el propio Andrés Manuel López Obrador, se prepara para las elecciones presidenciales de 2024 tratando de mantener una estructura organizacional sólida y con gran arraigo popular.

UNETE



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