Para iniciar un análisis de la gestión publica venezolana, comenzamos desde los orígenes de la democracia en 1958, donde los procesos en la administración pública, se han orientado con criterios populistas y clientelares, producto de la necesidad de implantar la recién iniciada democracia y de contribuir al crecimiento de los partidos y muy especialmente, de profundizar la economía por sustitución de importación. Esta también se manifiesta en la jerarquización de sus instituciones, en decisiones centralizadas, excesiva departamentalización, múltiples niveles y una carga laboral superior a las necesidades reales.