Hace apenas 20 años la idea de internet como medio masivo de
comunicación era impensable. La manera en que éste ha transformado nuestras
vidas es simplemente asombrosa. Pero, sin duda uno de los más grandes
beneficios que Internet nos ha proporcionado es proyectar las fronteras de
nuestra existencia física hasta donde queramos. ¿A qué me refiero con esto?
Sencillo, piensen ustedes en hace 10, 20, o 30 años, nuestra red de amistades y
amigos se veía limitada por los lugares a los que teníamos acceso físicamente,
es decir, de manera presencial. Hoy en día, las fronteras de nuestro mundo no
se limitan a nuestro vecindario, oficina de trabajo, escuela ¡vaya! Ni siquiera
se limitan a nuestra ciudad o país. Con Internet de nuestro lado podemos
expandir nuestras redes de trabajo, escolares, o simplemente buscar gente afín
a nuestros intereses en cualquier rincón de nuestro planeta.
Este cambio en la tecnología también ha venido a la par de grandes
transformaciones a nivel mundial, que incluyen desde las relaciones
internacionales hasta el comercio. Hoy en día, la llamada globalización, el
acortamiento de las distancias y la gran cantidad de satisfactores que van
desde las computadoras hasta la comida o la ropa hacen que las cosas “ya no las
hagan como antes” como seguramente habremos escuchado en más de una ocasión. La
gran oferta de productos, la accesibilidad y sobre todo la imperiosa necesidad
de fabricar más y mejor para sustituir el producto de nueva generación ha hecho
que los productos tengan una vida más corta: los celulares y computadoras son
un gran ejemplo de esto. Esta tendencia a la adquisición de más y mejores cosas
también tiene su contrapartida en la proliferación de las famosas redes sociales
como Facebook, Twitter, My Space etc. Estas redes sociales se renuevan, ofrecen
nuevos servicios, suben en popularidad, descienden, son sustituidos por otros
mejores, se diversifican en cortos períodos de tiempo. Lo mismo ocurre con la
forma en que se interactúa con los demás, al hacer de los vínculos humanos algo
frágil y superficial con respecto de aquellos anteriores a la llegada de estas
nuevas tecnologías.
Hoy en día, las nuevas formas de socialidad observables en
Facebook, Twitter, My Space, etc, invitan a crear nuevos códigos de conducta,
reflejo fiel de las nuevas formas de concebir el mundo en el contexto global.
La característica de instantaneidad resta valor a lo individual, tanto en los
objetos como en las personas; hoy en día no importa la calidad de las amistades
sino el número que se pueda demostrar en el perfil y sobre todo la posibilidad
de acceso a otros satisfactores intangibles que éstas brindan. Las
fronteras que delimitaban a las personas hace 30 años estaban determinadas por
lo físico y real, lo que se veía, lo que se tenía, de tal forma que una persona
se rodeaba físicamente (y real) de aquellas personas que estaban dentro de su
círculo vital. El capital social (o los activos personales que una persona
construye a partir de las relaciones sociales que desarrolla), tiene otra cara
en la era digital. Los jóvenes de ahora expanden sus fronteras más allá de lo
tangible y crean nuevos códigos de pertenencia a partir de lo que consideran
como valioso. En los nuevos imaginarios colectivos, ser amigo de una persona
que tiene 1500 o más amigos en Facebook o 10 mil en Twitter, inmediatamente
eleva su valor como individuo, igualmente si se es hombre y se tienen muchos
contactos femeninos visualmente atractivos, por ejemplo.
El predominio de la imagen por sobre las ideas ha encontrado en las
redes sociales un campo de cultivo fértil para estas nuevas formas de
socializar. Popularmente se dice que nadie es tan guapo o atractivo como
aparece en su foto de perfil de Facebook, y esto sintetiza con gran elocuencia
el imperio de lo visual. Cuando alguien, impresionado por las nuevas
formas de socialidad afirma que actualmente los jóvenes son diferentes, no se
equivoca: los nativos digitales (aquellas generaciones nacidas en los últimos
15 años que han vivido totalmente inmersos en las nuevas tecnologías) se
relacionan distinto a como lo hiciéramos aquellos de generaciones anteriores.
Pensar en los fenómenos que ocurren en los límites de las redes sociales
implica, por fuerza, hacer esta distinción entre quienes nacieron en la era de
internet y quienes no, por la simple razón de que quienes no nacieron en ella
hicieron de la convivencia cara a cara su día a día.
Los jóvenes de ahora basan en la imagen su mejor carta de presentación,
modas como la de poner fotos de perfil con el torso semi desnudo o en
posiciones particulares buscan mostrar su valía por medio de imágenes
visualmente atractivas para el resto, buscando así aumentar su valor en la red
respecto a aquellos que no tienen acceso a gimnasios, antros de moda, o a
lugares lejanos y costosos, así como ser más influyentes en las opiniones que
expresan o el tipo de gente que atrae a sus perfiles. Por el contrario,
aquellas personas no natas en la era digital buscan en la imagen una forma de
trascender lo efímero de la información en la red, de tal forma que es común
observar por temporadas fotos que evocan momentos remotos como la infancia o de
tiempos pasados en un esfuerzo por superar la limitada caducidad del tiempo.
Con la edad de los usuarios cambian las tendencias y las formas de uso,
mientras que para generaciones superiores a los 40 años, las redes sirven más
como medio de información pasivo, es decir, la cantidad de participación o
generación de información, fotos, es menor; en los nativos digitales la
socialidad en estos medios funge un papel fundamental que trasciende los mismos
medios.
Las nuevas formas de socializar que emplean los jóvenes digitales es
para quienes sobrepasamos la barrera de los 25 años algo completamente nuevo y
que en ocasiones juzgamos negativamente tal como lo hicieran nuestros padres o
abuelos en nuestra adolescencia ya fuera por la manera de vestir, la música que
escuchábamos o los lugares que frecuentábamos. Entender los cambios a la luz de
las tecnologías como la radio, la televisión, los teléfonos inteligentes, las
computadoras y la internet va a la par con los fenómenos que ocurren a nivel
mundial y nos afectan a todos, tal es el caso de la globalización y todos los
fenómenos sociales, económicos y políticos que ocurren alrededor de esta.
Reflexionar en el tiempo y los objetos que conforman nuestra cotidianidad es la
única forma de acercarnos a la compresión siempre cambiante de lo que llamamos
real, misma situación que cambia de persona a persona, de época a época y de
sociedad en sociedad.