En Farenheit 451, Clarisse McClellan defendió ante Montag el valor de detenerse a mirar las cosas diciendo “A veces, pienso que sus conductores [de los coches retropropulsados] no saben cómo es la hierba, ni las flores, porque nunca las ven con detenimiento –dijo ella-. Si le mostrase a uno de esos choferes una borrosa mancha verde, diría: ‘¡Oh, sí, es hierba! ¿Una mancha borrosa de color rosado? ¡Es una rosadela! Las manchas blancas son casas. Las manchas pardas son vacas. Una vez, mi tío condujo lentamente por una carretera. Condujo a sesenta y cinco kilómetros por hora y lo encarcelaron por dos días. ¿No es curioso, y triste también?” (Ray Bradbury, Farenheit 451).