Las grandes decisiones generalmente surgen después de una cantidad considerable de investigación, discusiones sobre las opciones disponibles, definición de los criterios para elegir entre ellas, y un extenso análisis sobre los pros y los contras de cada opción posible.
Este conjunto de tareas puede llevar meses, y después de haber invertido tanto tiempo en elegir la mejor opción, lo último que queremos hacer a menudo los participantes de este esfuerzo, es rechazar la idea por completo y quedarnos con las cosas como están.
Pero, ¿seguir adelante es realmente lo mejor que podemos hacer?
Esta pregunta es solo el disparador de otras muchas que le van dando forma a un escenario de análisis que debe permitirnos tomar una decisión.
Las más usuales son las siguientes:
· ¿Ha cambiado el entorno desde que comenzamos a considerar el cambio?
· ¿En vista de las nuevas condiciones, vale la pena seguir adelante con la opción elegida?
· ¿El costo de realizar el cambio es mayor que el beneficio que recibiremos de él?
· ¿Hemos tenido recientemente problemas en el flujo de caja de la organización, por lo que ahora no podemos realizar el cambio, incluso si es valioso y útil?
· ¿Tenemos los recursos no monetarios disponibles para afrontar el cambio o debemos esperar la oportunidad?
· ¿Está madura nuestra organización para aceptar el cambio e internalizarlo?