Está semana, el relato que os ofrezco (en un máximo de 1700 palabras, como siempre) será de terror, puesto que voy a hablar de la ya tristemente famosa ley Sinde, ese apartado sigilosamente situado al final de la Ley de Economía Sostenible y creado única y exclusivamente para poder eludir la decisión habitual de los jueces en el tema que toca.