. Más que no ignorar a la persona que se
acercó, realmente queremos sentir que estamos haciendo algo bien e
inconscientemente estamos “orgullosos” por hacer una buena acción.
Ahora, ¿casualmente
le han dado la vuelta a una persona que está tirada en la calle por la que
ustedes están caminando? No puedo mentir y decir que yo no lo he hecho, pero ya
lo hago casi sin pensar muchas veces en lo que estoy haciendo y qué imagen es
la que estoy dando a los demás.
Casi la mitad de la población son pobres y es algo que lamentablemente ya
estamos acostumbrados, y por decisión propia decidimos ignorar, haciendo que ni
siquiera pensemos en esas personas.
Hay que señalar que
además de eso, cuando este sector de la población no está siendo ignorado, se
les criminaliza por la sociedad. Estas creencias que tenemos, a personas que
podrían ser inocentes, se terminan convirtiendo en un discurso de odio a ese
sector en específico de la población.
Explicando lo que un
discurso de odio se refiere, la SCJN señala que se entiende por es aquellos
discursos que “incitan a la violencia -física, verbal, psicológica, entre
otras- contra los ciudadanos en general, o contra determinados grupos
caracterizados por rasgos dominantes históricos, sociológicos, étnicos o
religiosos",
que apoyaría lo que yo antes he comentado respecto a lo que sucede a lo largo
del continente hispano, y no dudo que en Estados Unidos, pero eso sería
desviarme de lo que busco hablar.
Si es que todavía no
creen que posiblemente ustedes nunca podrían cometer un discurso de odio, tengo
algunos ejemplos que podrían ayudarlos a poder distinguir si es que
inconscientemente lo estás realizando. El primero es esa mentalidad que hemos
construido la cual cree que, por tener ciertos rasgos físicos, el colectivo los
señala inmediatamente cómo criminales, lo sean o no. Si es que es una persona
morena, chaparra, hombre, tatuado, ojos y cabello oscuros, llenito, etcétera;
no digo que eso sea lo que piensen todos, pero podría ser parte de los
estereotipos que las personas tienen cuando piensan en quienes son criminales
de nuestros países.
Otro ejemplo que
puedo señalar, es que muchas veces a este sector de la población se le
atribuye, de facto, una característica que no se puede comprobar. Algo que
podría preguntarse es si en verdad han cruzado la calle, ¿porque lo hacemos?
¿Qué nos ha llevado a pensar que esas personas nos harán algo malo, en el caso
que no haya pasado nada? Claro es fácil señalar a otras personas para que tengamos
una respuesta acerca de quiénes son los que tienen la culpa de la violencia en
el país, más allá del narcotráfico. Esas personas que roban, que asaltan a
otros, que son lo que realmente dañan. Desde mi punto de vista siempre ha sido
más fácil para nosotros señalar y culpar a otro, sea o no sea la persona que lo
realmente.
Esto únicamente
provoca que pensemos y miremos a otros con odio, donde incluso llegamos a
justificar el desprecio a ese sector de la sociedad. No buscamos una verdadera
razón, no pedimos que nos digan quienes son los verdaderos culpables; aceptamos
lo que nos dicen de quien podría ser. Y personas que son pobres, no tienen
muchas maneras para poder defenderse. ¿Qué pueden hacer cuando la mayor parte
de la población alienta a que se siga pensando de esa manera?
Tal vez crean que yo
podría estar siendo hipócrita con mis palabras, porque yo no me puedo excluir
de la sociedad. Soy parte de ella, y a lo largo de mi vida estoy consciente que
he alentado, de alguna manera, que sigamos pensando así. Pero creo que sí todos
comenzamos a tratar de modificar esa manera de ver las cosas, podríamos mejorar
de cierta manera la vida de esas personas. Seguimos en una pandemia, ¿alguien
se ha detenido a pensar que es lo que está pasando con las personas que viven
en la calle?
Cómo último les dejo
una frase para poder pensar un poco, “la pobreza son las carencias para poder
vivir, la que te imposibilita tener planes de vida o siquiera de poder
desarrollar tu vida, y aún más los que forman parte son completamente
invisibilizados”.