En la actualidad las
grandes multinacionales productoras de transgénicos están monopolizando la
agricultura con ayuda de los gobiernos.
En primer lugar, la biotecnología es
conocida como el arte de modificar o crear por medios tecnológicos genes de
cualquier tipo de seres vivos con el fin de mejorar su rendimiento en
situaciones específicas. (Lacadena. 2010. Pp 193). En el caso de las plantas y
las semillas estas modificaciones conllevan, ciertamente, una mejora en el
rendimiento de dichos productos respecto a factores naturales que usualmente
obstaculizan el crecimiento y la prevalencia de los cultivos; plagas y cambios
climáticos, por ejemplo. De manera consecuente, esta “eficacia” dentro de los
artículos transgénicos ha logrado que gobiernos como el colombiano invirtieran
en la implementación de nuevas políticas públicas a favor de la intromisión de
semillas y plantas transgénicas en el territorio, aquellas políticas que en su
defecto iniciaron como una manera de innovar y beneficiar al campesinado y la sociedad han producido resultados
adversos.
La siembra de semillas criollas ha sido un hecho intrínseco dentro de la
cultura colombiana, bien, la mayoría población (no solo el campesinado)
utilizaba las semillas residuales de los alimentos que se consumían como forma
de producir más alimento, es decir, sembrábamos las semillas, luego esperábamos
a que germinaran y, por último, nos comíamos los frutos. Tener un árbol (de
mango, papaya, aguacate, etc) en los patios (ya fueran delanteros o traseros)
era algo de enorgullecerse, incluso considero que todavía lo es.
No obstante, dicha tradición se ha visto afectada por la monopolización de
productos transgénicos dentro del país, los cuales, al no tener semillas en su
interior impide la reutilización de sus simientes. Esta situación se ha dado a
causa de las reformas agrarias ejecutadas por el gobierno entre los años 2010 –
2012 (La resolución 970 del ICA, de 2010 y La ley 1518, de abril de 2012). Su
enfoque es la protección de la propiedad intelectual que tienen algunas
empresas sobre ciertas semillas, a su vez, toman la distribución de semillas no
certificadas como un acto ilegal que conlleva a un proceso judicial, el cual
desemboca en cárcel o altas multas, todo esto con el fin de “Garantizar una
mejor oferta y calidad de productos tanto a los colombianos como
estadounidenses, así mismo, lograr mejorar las situaciones de libre comercio
sobre empresarios y exportadores”.
En su efecto, podemos clasificar las políticas mencionadas en este escrito
como distributivas, gracias a que las industrias son las mayormente
beneficiadas y de manera contraria los costes recaen en manos de gran parte de
la población como campesinos y ciudadanos que desean sembrar sus propios
alimentos. Aquello ha conllevado a la destrucción masiva de semillas no
certificadas que los agricultores guardaban para su propio consumo y próximas
siembras, así mismo como la incoación de procesos judiciales en contra de
poblaciones rurales que se dedican a la siembra de productos como el arroz (ej:
el caso de la comunidad de campo alegre) adyacentemente, la legitimación de
simientes certificados ha obliga a que propietarios de pequeños latifundios
excedan sus capitales destinados a la compra productos bases para sus sembrados
(semillas, pesticidas, etc.).
Por culpa de los elevados precios de las semillas transgénicas y los
implementos que en estas exigen para su óptimo funcionamiento, ya en diversas
ocasiones los actores afectados han intentado dar a conocer su problema por
medio de paros agrarios, no obstante, los entes gubernamentales tienen a
envolverlos mediante argumentos falsos y proceden a tomar la agenda de los
poderes públicos por encima de la agenda social, es decir, prevalece los
objetivos que los órganos estatales definen como imprescindibles (la producción
de semillas certificadas) sobre lo que la población toma como relevante (la
libertad de elegir que semillas desean sembrar).
En conclusión, el óptimo
técnico de las políticas en contra de la propagación de semillas no
certificadas en el territorio colombiano está resultando ineficaz, pues bien,
el mismo gobierno está creando obstáculos a la producción de alimentos por
parte del campesinado más vulnerable, consecuentemente, en sectores como el
maíz el país ha presentado resultados negativos como la disminución en su
producción y el incremento de la exportación, así mismo, el desempleo por parte
del campesinado se ha visto en aumento. (Jimenez, 2016).
Por: Valeria V James.
Bibliografía:
- Jimenez, N. (2016). Los efectos del tratado del libre comercio-TLC entre
Colombia y los Estados Unidos en la economía agrícola colombiana (2006-2015).
Universidad de la salle (ciencia unisalle). Recuperado de:
- Grupo semillas. (2014). Las leyes que privatizan, controlan el uso de
las semillas y criminalizan las semillas criollas. Revista semillas. Recuperado
de: