¿Qué se entiende por nación periférica? Un
país periférico no es una nación central. Hasta aquí no aclara casi nada esa
afirmación respecto a tal cuestión. No obstante, si se sugiere que un país
central sería como una nación desarrollada, y una periférica como una en vías
de desarrollo, entonces, se puede empezar a entender aquel concepto [1].
La comprensión, en este sentido, de la
posible extinción de un país, en este caso, periférico empezaría por la
referencia a una temática en particular, como podría ser la emergencia y
desaparición de naciones. Mientras que la problematización de uno de sus
posibles temas, como la extinción de un país periférico, conllevaría obviamente
a la identificación de los problemas que podrían estar relacionados con él.
Entre ellos, así, se podrían encontrar
trabas, como la ignorancia y el desprecio relativos a la(s) cultura(s)
autóctona(s) de un país por parte de sus habitantes o, al menos, por algunos de
ellos. También podría ser el embargo, de naturaleza por ejemplo económica, de
una nación por otra. Además, no se podrían encontrar al margen del asunto
arriba citado tanto la conquista de un pueblo por otro pueblo como la corrupción
interna en un país. Efectivamente, el tema que da pie al presente escrito es de
índole complejo.
En esta oportunidad, así, el presente
artículo se ocupará sobre la corrupción en cuestión, pues este podría ser uno
de los problemas que tendrían mayor peso vinculados al tema tratado aquí. La
comparación, en este sentido, entre países periféricos y centrales en función
del Índice de percepción de la corrupción (determinado por Transparencia
Internacional) contribuiría a evidenciar tal postura [2].
Así, por ejemplo, Ecuador, Brasil y
Venezuela (naciones periféricas) se encuentran en los puestos 93, 106 y 173,
respectivamente. Mientras que Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda (naciones
centrales) en los lugares 1, 3 y 1. De modo que se puede decir, por lo menos,
que se percibe mucha más corrupción en naciones periféricas que en países centrales.
Por cierto, sería importante indicar al
menos dos cuestiones sobre la percepción humana. La primera, según Edward De
Bono “…la percepción es la única realidad para las personas” [3]. Mientras que
la segunda tiene que ver con lo que sugiere Gabriel Kessler, esto es, que la
percepción no necesariamente se ajustaría a las estadísticas y a los hechos [4].
Pero antes de buscar, en esta oportunidad,
las posibles raíces de la corrupción en los pueblos periféricos, es importante
establecer qué se comprende por corrupción y, además, identificar posibles
ejemplos. Por cierto, usted amable lector desde el inicio del presente artículo
ya dispone de algunos elementos de juicio a fin de que pueda comenzar a elaborar
sus propias conclusiones respecto al tema que aquí interesa.
En este caso, se va a considerar algunas
de las acepciones del Diccionario de la Real Academia Española a fin de concretar
el concepto en cuestión. Así, por una parte, corrupción puede ser entendido
como “Acción y efecto de corromper”. Mientras, que por otra, corromper puede
ser definido como “Echar a perder, depravar, dañar, pudrir”. Por tanto,
corrupción podría ser conceptualizado en un sentido amplio como pensamientos,
sentimientos, acciones y consecuencias relativos al estropeo, la depravación,
el daño y lo podrido.
Algunos casos, en ese contexto, que
podrían estar conectados a la corrupción serían los siguientes: funcionarios
gubernamentales que comenten malversación de los fondos públicos, creación e
implementación de leyes que solo favorecen a ciertos grupos sociales de un
país, conductores quienes no respectan las señales de tránsito, agentes
estatales de control quienes solicitan a ciudadanos coimas a fin de que estos
no sean sancionados por la ley.
También el impedimento del tráfico
peatonal en una vereda cuando no se respeta el carril contrario, pues existen dos
o más peatones quienes caminan en fila a la vez en las veredas cerrando así la
circulación peatonal en sentido contrario. Inversores, asimismo, quienes
desconociendo las competencias requeridas se atreven a abrir negocios, que en
el caso de que estos no marcharan bien sus empleados, sus respectivas familias
y ellos mismos podrían terminar sufriendo.
De igual manera, médicos que en el
ejercicio de su profesión anteponen el aspecto mercantilista al juramente
hipocrático, investigadores académicos y científicos que falsifican estudios
para lograr un cometido en particular y docentes quienes aceptan ser
responsables del aprendizaje de alumnos, y no las cumplen. Así como también la
desigualdad de ingresos, utilidades y ganancias entre socios, o propietarios, y
los empleados de una empresa, provocada y justificada, ya sea porque tales trabajadores
no tienen experiencia, recién vienen a adquirir experiencia, no tienen títulos
o el número de estos no es suficiente, o porque es hombre o mujer, o de una
etnia u otra, o porque simplemente ellos no necesitan ganar más dinero.
Este último caso en particular, aunque no
solo este, así, podría estar vinculado con las ideas y las prácticas relativas
a la creencia que sostiene que el humano es considerado como otra mercancía más
y, como tal, tiene un valor. Mientras que existen estudiosos como Enrique
Dussel quienes sostienen que el humano lo que tiene es dignidad, mas no valor, como
sí lo poseen los bienes y servicios, por ejemplo [5].
Una vez dicho esto, ¿Dónde se podría
encontrar el origen de la corrupción manifestada al menos en ciertos países
periféricos? Un punto de inflexión histórico que podría contribuir a responder
esta pregunta es la época de la colonización de carácter eurocéntrico. En esta
etapa histórica, así, se produjo, entre otras cosas, una flamante cultura y,
asimismo, se introdujo parte de otra foránea de origen eurocéntrico en tierras,
por lo menos, americanas, indias y africanas [6].
Así, por ejemplo, nuevas formas de
convivir en sociedades jerarquizadas (y no es que no habría existido esa clase
de sociedades antes de la colonización, sino que ellas habrían sido de otro
tipo) tuvieron que experimentar los habitantes de los pueblos originarios
(americanos, africanos e indios) y en cierta medida los mismos foráneos.
Sociedades que a su vez estuvieron configuradas en función de razas, colores y
de una determinada <<religión>> monoteísta, por ejemplo [7]. Pero
no solo eso. Puesto que dichos individuos igualmente llegaron a experimentar un
capitalismo aún no consolidado (y que provenía de un tiempo atrás) que hasta
ese momento podría haberse considerado como un subsistema, o sistema marginal,
del sistema preponderante de vida de aquel entonces. Sí, en efecto, a partir del
hito histórico en cuestión el sistema capitalista se habría desarrollado cada
vez más hasta llegar a ser el actual sistema predominante en el mundo.
Por cierto, otra cuestión que empezaron a
experimentar los habitantes de aquellos pueblos originarios, y algunos
extranjeros, desde ese período para acá fue el concepto, y su aplicación, Estado-nación.
Así como también la práctica de la división de trabajo [8]. Así, en el caso de
aquel concepto se ha sugerido que los Estados Unidos fue el país que mejor supo
implementar dicha noción eurocéntrica, al menos, en las américas.
Algunos autores, en ese contexto, han
llegado a sugerir que en los países periféricos (que casi todos podrían ser de
naturaleza plurinacional) o, al menos, en algunos de ellos se continuaría
practicando, de alguna manera, las cuestiones relativas a aquella colonización,
aunque esta actual situación estaría vinculada a un marco de trabajo denominado
por dichos investigadores como Colonialidad del poder, por ejemplo [9].
Así, por ejemplo, el sistema capitalista
hoy por hoy en su plenitud parecería que se habría naturalizado o cosificado y,
por ende, adquirido una vida propia, por decirlo de alguna manera. Y, en este
contexto, los recién nacidos o, al menos, una parte de ellos en la medida en que
estos van creciendo y experimentado la vida, dentro del sistema en cuestión, desearían
ir, sin medida, subiendo de peldaño en la escalera sobre todo socioeconómica, y
no solo a nivel nacional. Una especie de espiral, así, que crecería permanente sin
que ya nadie la pudiera parar [10].
Todo aquello, por tanto, junto a otras posibles
fuentes en donde descubrir el génesis de la corrupción producida en las naciones
periféricas, podrían haber favorecido a la generación de ciertas condiciones,
que, a su vez, permitieron la existencia la corrupción en cuestión, como la
homogenización cultural, las culturas híbridas, el deprecio de las culturas de
otras etnias que también conforman un mismo Estado-nación y la posición de
anteponer una vida ostentosa a la salud.
En definitiva, se han expuesto algunos
elementos de juicio a fin de que usted curioso lector, si acaso es de su
interés, pueda formular sus propias conclusiones respeto a las razones del por
qué los países periféricos o, al menos, a algunos de ellos podrían estar
dirigiéndose a una posible extinción.
[1]Para más
información, remítase a Dussel, Enrique (2011). Europa, modernidad y
eurocentrismo. En Edgardo Lander (Comp.), La colonialidad del saber:
eurocentrismo y ciencias sociales (219-264).
Argentina: Ediciones CICCUS.
[2]Para más
información, remítase al reporte Corruption Perceptions Index 2019. Disponible
en: https://www.transparency.org/files/content/pages/2019_CPI_Report_EN.pdf
[3]Para más información, remítase a De
Bono, Edward (1996). Lógica fluida. Una alternativa a la lógica tradicional.
España: PAIDÓS.
[4]Para más información, remítase a
Kessler, Gabriel (2009). El sentimiento de inseguridad. Sociología del temor al
delito. Argentina: Siglo Veintiuno Editores.
[5]Para más información, remítase a Dussel, Enrique (2011). Europa, modernidad y eurocentrismo. En Edgardo
Lander (Comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales
(219-264). Argentina: Ediciones CICCUS; Dussel, Enrique (2011). Filosofía de la
liberación. México: Fondo de Cultura Económica; y a Moreano, Alejandro (2008). Entre la ira y la esperanza y
otros ensayos de crítica latinoamericana. Antología y presentación de Agustín
Cueva. Colombia: CLACSO.
[6]Para más
información, remítase a a Beigel, Fernanda y Sabea Hanan (2014). Dependencia
académica y profesionalización en el Sur. Perspectiva desde la periferia.
Argentina: EDIUNC, Editorial Universidad Nacional de Cuyo.
[7], [8] y [9] Para
más información, remítase a Quijano, Aníbal (2011). Colonialidad del poder,
eurocentrismo y América Latina. En Edgardo Lander (Comp.), La colonialidad del
saber: eurocentrismo y ciencias sociales (219-264).
Argentina: Ediciones CICCUS.
[10]Zamora, J. A.
(2009) Th. W. Adorno: Aportaciones para una teoría crítica de la educación.
Teoría de la Educación, 21, 1, 19-48; Osorio, S. N.
(2007). La teoría crítica de la sociedad de la escuela de Frankfurt. Algunos
supuestos teóricos-críticos, 105-119. Disponible en: http://www.umng.edu.co/documents/63968/80132/RevNo1vol1.Art8.pdf;
Arendt, H. (2009). Condición humana. Buenos
Aires: Paidós; y a Dussel, Enrique (2011). Filosofía de la liberación. México:
Fondo de Cultura Económica.