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Reseña realizada por Begoña Curiel.
Interesante recorrido por la vida del hombre y pintor Bartolomé Esteban Murillo en la apasionante y contradictoria Sevilla natal de la época. El reposo tras una caída desde un andamio cuando está trabajando ofrece un paseo por su pasado, donde la autora ofrece una magnífica oportunidad para conocer las bambalinas sobre la elaboración de su obra y las dudas existenciales que asaltaban al artista en el proceso de creación pero también las relacionadas con su entorno y en general, en la vida. Que se convirtiera en uno de los pintores barrocos más universales y cotizados del siglo XVII no le libró de desgracias como cualquier mortal. Los éxitos profesionales no paliaron el dolor por la pérdida de tres de sus hijos, de la tragedia de la peste en la ciudad y las disquisiciones intelectuales sobre la trascendentalidad y valor real que su trabajo aportaba a la sociedad. No es una novela destinada a público experto en materia pictórica o de la obra del artista en cuestión y eso es lo que más me gusta. La escritora pone fácil el camino al lector abierto a conocer la mente de un pintor alabado por los más altos estamentos de la sociedad sevillana. No sólo los religiosos, de donde partían la mayor parte de sus encargos, sino de sectores pudientes que gustaban de la belleza y el arte. De hecho, uno de esos encargos escondía deleites no demasiado adecuados para la época que provocan esos debates interiores que según esta historia violentaron el ánimo del pintor. Desconozco si es ficción o realidad el caso abordado pero refleja muy bien la confusión y sesudas reflexiones que provoca en Murillo. El color de los ángeles se adentra en el taller donde fraguaba ideas, colores y olores para componer retratos e instantes cargados de emoción que buscaba en escenas cotidianas y personas anónimas de la calle que terminaban convirtiéndose en santos, ángeles y vírgenes de aura mística. Este aspecto de la novela me ha encantado porque percibes las sensaciones que provoca la amalgama de ingredientes. Trabaja Eva Díaz Pérez de manera eficaz en este sentido porque guarda relación con la procedencia de los materiales utilizados dado el poderío que aún conservaba Sevilla como punto de arribada de mercancías del Nuevo Mundo. Esta conexión histórica incrementa el halo evocador que rodea el escenario de trabajo taller de Murillo, en el que pergeñaba las luces y sombras que llenarían sus cuadros; a la vez simbólicas de las contradicciones de su ciudad, donde la magia se confundía y mezclaba con el lado oscuro y perverso de lugares y moradores. Eva Díaz Pérez ha investigado la vida y obra del pintor, sobre el que –según ha comentado en entrevistas– le sorprendió que no existiera una novela. La publicación es de 2017, coincidiendo con el cuarto centenario del nacimiento del pintor. Y cierto es, que adentrarse en esta búsqueda ha satisfecho la curiosidad que desde el inicio me ha causado la lectura. Además su escritura lo hace sencillo porque la novela se lee sin dificultad y es verdad que el colorido que aporta un personaje como Murillo hace que la historia resulte amena. No obstante, sí debo decir que hacia el final decae un poco el interés cuando se acumulan los detalles referidos a la labor del pintor. Aún así, El color de los ángeles me ha sorprendido para bien. Temía que el enfoque fuera otro, más teórico con respecto a las fórmulas de trabajo en la pintura. Pero realmente, ha sido una novela didáctica en muchos sentidos y de paso, he conocido a una autora que tenía ganas de leer.