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“Literatura Uruguaya” por Tati Jurado.
Me hubiera gustado conocer a Mario Benedetti personalmente. Poder compartir un espacio con él fue, durante mucho tiempo, un deseo que comenzó a fraguarse en mi adolescencia cuando uno de sus cuentos me despertó una extrañeza. De repente, mis ojos, ya acostumbrados a la velocidad de crucero con la que me entregaba a la lectura, empezaron a buscar los andamios donde se sostenían las frases y los párrafos, intentaban adivinar flechas indicadoras, indicios de la estructura. Con este despertar inicial, comenzó a germinarse el afán de verlo y escucharlo.Y digo verlo y escucharlo porque probablemente de haber tenido la posibilidad de participar en alguno de sus encuentros, mi reacción habría sido la misma que la que tuvo García Márquez (salvando las más que obvias diferencias) la primera vez que vio a Julio Cortázar: entregarme a la parálisis de la timidez y conformarme con observarlo. Pero no pudo ser. Ni las veces que él fue a la Universidad de Alicante ni cuando más tarde me instalé en Montevideo tuve la oportunidad de ver esos gestos y esa mirada que, no sé bien porqué, me inspiraban confianza. Tampoco tuve el privilegio de escuchar de su cadenciosa voz cómo eran sus procesos creativos. Así que me limité a admirarlo como lectora hasta que descubrí la Guía Benedetti que editó su fundación, y que ahora comparto como una forma de conmemoración en este centenario de su nacimiento para aquellos que lo admiran o para los que se propongan conocerlo un poco más y que todavía no han tenido la oportunidad de trasladarse a este lado del Atlántico.Por alguna razón, que creo que compartimos todos los lectores, cuando una obra nos toca, cuando sus personajes nos conmueven o incluso evidencian una característica propia, como una suerte de espejo, nos sobrevienen las ganas de conocer los lugares por los que transitaron. Esos cuadros que recreamos a partir de las descripciones parecen ejercer de llamadores. Y si logramos poner nuestros pies en algunos de esos emplazamientos, nos descubrimos recitando esa frase o ese poema, que nos sacudió o nos reanimó, de una obra que no solo nos originó las más diversas emociones, sino que reafirmó nuestra propia humanidad, con nuestras faltas y valentías.Este itinerario, creado por Alfredo Fonticelli, permite conocer ese espacio donde Mario Benedetti creció, trabajó, vivió y escribió. Cuenta con seis recorridos por diferentes lugares que fueron significativos en su obra: el barrio Capurro de la infancia, narrada en La borra del café; la Plaza Matriz del cuento Miss Amnesia; aquel café de la calle 25 de mayo, que hace poco reabrió sus puertas con el mismo nombre, Soracabana, donde se encuentran Santomé y Avellaneda, protagonistas de su novela La tregua, y donde, además, el mismo Benedetti declaró haberla escrito. Gracias por el fuego, Andamios, Geografías, Soy un caso perdido, Las baldosas … están ahí, en esas calles.Así que aquí os dejo esta invitación para recorrer las calles montevideanas a partir de sus textos, para que las viváis aun sin conocerlas. Y aunque la guía no es virtual—siempre podéis recurrir al Street View de Google Earth— os propongo que una vez más os dejéis conquistar por la imaginación mientras transitáis el mapa, que caminéis con Santomé por la peatonal Sarandí, que observéis a las empleadas que se acomodan en la Plaza de los Treinta y Tres, que disfrutéis con Nieves la belleza de la ciudad desde el Panorámico de Montevideo, y que compartáis con Benedetti su admiración por el Parque Capurro. Al sur al surestá quieta esperandoMontevideohttp://fundacionmariobenedetti.uy/guia-benedetti/