Venezuela
se ha convertido en uno de los países más violentos del mundo. Así lo señala un
estudio presentado por International Crisis Group (ICG). En el informe se
analizan la naturaleza, los alcances y las raíces de la escalada de violencia
que está afectando el país.
La situación de seguridad en Venezuela era
complicada antes de que Hugo Chávez asumiera el poder, pero bajo su gobierno la
violencia criminal ha aumentado.
La presencia del crimen organizado, en combinación
con una enorme cantidad de armas de fuego en manos de civiles, y la impunidad,
así como la corrupción policial y la brutalidad, han arraigado la violencia en
la sociedad.
Dejemos claro que los asesinatos no son por
motivos políticos y que la violencia ya era un problema antes de que Hugo
Chávez asumiera la presidencia, pero es responsabilidad del gobierno la
situación actual.
Aunque estos problemas no comenzaron con el
presidente Hugo Chávez, su gobierno tiene que dar cuenta de su ambigüedad hacia
diversos grupos armados, la incapacidad o falta de voluntad para combatir la
corrupción y la complicidad criminal en algunos sectores de las fuerzas de
seguridad, su política de armar civiles en defensa de la revolución, y por
último pero no menos importante la retórica de confrontación propia del
presidente.
Además, recuerden que Chávez llegó al poder con la
promesa de acabar con la corrupción y de mejorar la seguridad, pero el
presidente es ahora acusado de tolerar la complicidad de elementos de las
fuerzas de seguridad y miembros de alto rango del partido gobernante con
organizaciones criminales a cambio de lealtad, al tiempo que no actúa con
decisión contra los grupos armados que simpatizan con su proyecto socialista.
La debilidad de las instituciones es uno de los
factores determinantes para el crecimiento de la violencia criminal en el país.
Así mismo, la impunidad, la politización de las fuerzas de seguridad y la
militarización de la sociedad han jugado un papel importante.
La violencia y la corrupción han sido facilitados
por un constante proceso de erosión institucional que se ha vuelto
particularmente evidente en el sistema de justicia y las fuerzas de seguridad.
Mientras los niveles de impunidad se disparan, la policía, altamente
disfuncional y abusiva, pone en peligro la seguridad ciudadana.
La mayor preocupación es que la politización lleve
a que la violencia, que actualmente es criminal, se convierta en política, en
especial ahora que se aproximan las elecciones presidenciales del 2012.
En un contexto de altos niveles de politización y
militarización de la sociedad, el prospecto de las elecciones presidenciales de
2012 no es muy alentador. Por el contrario, sin importar cuál sea el resultado,
podría dar rienda suelta a lo que actualmente es una violencia política
latente.
La situación de seguridad es tan grave que hace
pensar que la violencia, o por lo menos su amenaza, se han vuelto inherentes al
proyecto político de Hugo Chávez.
Para salvar a Venezuela de un brote de violencia
política, es imperativo que el gobierno, las fuerzas armadas y la oposición se
comprometan públicamente a buscar una salida pacífica y política al conflicto.
El gobierno tiene que probar que es serio con su política anti-crimen, y
empezar por desmantelar y desarmar a los grupos criminales. Además debe
implementar políticas fuertes para proteger a la población.
Pero lo más importante de todo es que los venezolanos entiendan
que toda forma de poder
corrompe, y el poder absoluto corrompe de modo absoluto.