. Me he resistido a creer que existan
unos individuos que busquen el mal de la sociedad con la idea de enriquecerse y
adquirir el poder total sobre la humanidad. No soy pues una víctima de la
conspiranoia que afecta a tantas personas, pero desde hace unos días estoy
percibiendo con claridad una conspiración por parte del gobierno social
comunista que descaradamente tiene como primera prioridad arruinar a este país
y a sus ciudadanos.
No hay otra explicación, es
imposible que unos individuos de su formación y categoría sean tan estúpidos
como aparecen ante nuestra vista. Es imposible que todos los miembros de un
gobierno sean unos incapaces y que no haya ninguno que diga aquello tan viejo
de que si esto no cambia, me van a perdonar ustedes, pero yo me bajo en la
próxima. Ante el problema de la epidemia, escogieron un camino absolutamente
equivocado y a pesar del horroroso resultado de todas y cada una de sus
decisiones, han seguido contumaces por el camino que nos ha llevado a ser el
país que peor ha hecho frente a la crisis sanitaria.
No porque lo digamos en España
muchos ciudadanos, sino porque lo dice la prensa internacional, Europa, las
universidades más prestigiosas del mundo, los expertos en epidemiología, pero
sobre todo porque lo dicen los deleznables resultados obtenidos, que no
soportan la comparación con ningún país del mundo. En España el gobierno
decidió que la única solución para hacer frente a la pandemia era el confinamiento
de todos los ciudadanos, los infectados y los sanos y lo hizo enfrentándonos a
un dilema inexistente.
No es cierto que tuviéramos que
escoger entre la salud y la economía, porque otros muchos países de nuestro
entorno no lo han hecho. No había que dar un cerrojazo a todos los elementos
productivos de la sociedad, porque la solución era relativamente sencilla. Como
han hecho los países que han logrado dominar la pandemia, se trataba de
averiguar quiénes estaban infectados y quiénes no. Debieron confinar a los infectados y sus
familias y al resto permitirles seguir con su vida normal trabajando,
produciendo y aplicándoles las medidas profilácticas que han adoptado el resto
de los países.
Aquí el gobierno decidió que no
había que hacer test, al principio porque no eran capaces de conseguirlos y
ahora, porque dice Fernando Simón que tampoco hacen tanta falta y así nos luce
el pelo. Por esa razón Pedro Sánchez y sus gentes tuvieron que tratar a todos
los españoles como si estuviéramos enfermos, está claro que tiempo y dinero han
tenido para comprar PCR para todo el mundo y no lo han hecho. En España lo de
los test es casi un secreto de estado, nadie sabe cuántos se han comprado, ni
lo que nos han costado, ni cuantos ciudadanos han sido testados.
Desde el comienzo de la epidemia
la solución pasaba por hacer test masivos, para saber quién estaba infectado.
Resulta estremecedor que en un país en el que parece que sólo el 5% de sus
habitantes se infectaron, hayamos sufrido el confinamiento más duro y largo del
mundo. Y con ese tanto por ciento de positivos tan benévolo, habrá que
preguntarse cómo podemos tener el número de muertos que hemos sufrido.
Qué pensar de lo que sucedió en
las Residencias de Mayores, que no son centros sanitarios, aunque Pablo Iglesias
les exigiera como si lo fueran. El vicepresidente de este gobierno se hizo
cargo de todas ellas y desde ese día murieron en las residencias más de 16.000
ancianos, abandonados, sin medios para atenderlos, sin retrovirales, aunque sí
los proveyeron abundantemente de opiáceos. No tenían que curarlos, no había que
trasladarlos a un hospital, bastaba tenerlos sedados hasta que murieran; eso
sólo se pudo hacer siguiendo un plan perfectamente definido que buscara la
muerte de los ancianos.
Ahora han decidido quitarse la
careta y van a por el Turismo y lo hacen porque esa industria es uno de los
motores más importantes de nuestra economía, el sector supone el 13% del
Producto Interior Bruto y genera el 12% del total del empleo en nuestro país.
Parece que sería obligatorio protegerlo pero, por el contrario, llevamos unos
días en que varios ministros han salido a los medios decididos a convencer a
los ciudadanos que es una industria prescindible.
Abrió la campaña el estúpido de
Alberto Garzón que afirmó que el Turismo es un "sector estacional,
precario y de bajo valor añadido", teniendo presente la aportación que
hace esa industria al PIB nacional y al empleo, lo que dijo Garzón exigía que
hubiera sido cesado de inmediato, pero desde el gobierno nadie ha abierto la
boca ni siquiera para corregirlo tibiamente.
Ayer era Ábalos, el que afirmaba
que "el turismo es una actividad que tenemos que sacrificar
evidentemente" y el gobierno advertía que los turistas que viajaran a
España deberían pasar una cuarentena de catorce días en la habitación del
hotel, de la que sólo podrían salir en caso de extrema urgencia, supongo que
esa es la nueva campaña de captación de viajeros que hace este gobierno.
Siguen vendiéndonos la misma idea
que ha presidido todas sus decisiones, el virus está ahí y sólo se puede
controlar cerrando fronteras y confinando ciudadanos. Insisto que esa
afirmación es absolutamente falsa, no habría ningún problema para el turismo
si, como propuso el Cabildo Insular de Fuerteventura a los ministerios de
Sanidad, Transporte y Turismo ya hace más de un mes, se hubiera puesto en
marcha la figura del pasaporte sanitario que garantice que los viajeros están
libres del virus, tras hacerles un análisis 24 horas antes de viajar.
Naturalmente esa medida debiera ser complementada testando masiva y
periódicamente a todos los trabajadores del sector y a los ciudadanos que vivan
en esos territorios.
Pero el gobierno social comunista
no está por la labor, ya ha conseguido que 21 millones de ciudadanos españoles
dependan de las ayudas del gobierno y siguen en ese empeño, cuantos más
ciudadanos dependan del gobierno, más inermes estaremos todos ante los social
comunistas. Luego vendrá lo que ha sucedido en Cuba, Venezuela o lo que sucedió
en la Europa del Pacto de Varsovia y en ese momento ya se buscarán las excusas
que les parezcan pertinentes.
Hoy Pedro Sánchez decía que las
ayudas europeas nada tienen que ver con un rescate. Y ese es el problema, están
trabajando para arruinarnos, no producimos porque no nos dejan trabajar y nos
están endeudando con Europa hasta que lleguen al límite y entonces vendrá o un
rescate europeo durísimo o a lo peor, la salida de España de la Unión Europea,
cuando Pablo Iglesias y sus acólitos decidan que no debemos pagar a nuestros
acreedores.
No crean que me lo invento, miren
ustedes hacia Grecia o Venezuela y ahí tienen bien clarito el porvenir que nos
espera.