Para destacarse de la multitud hay que convertirse en un experto en algo, y aunque siempre desconfié de los expertos, fue más por un error de concepto o confusión por algunas experiencias, que por certezas absolutas.
Lo cierto es que, un experto no es el que dice saber, es el que sabe.
Y la mejor manera de convencernos de ser uno, es autoevaluarnos para descubrir ese fuego interno, para encontrar esas fortalezas, para poner el foco sobre lo que realmente conocemos y somos capaces.
Pero… ¿Qué significa ser un experto y por qué me importa?
Comencemos con el tema de la importancia de serlo.
Ser un experto significa que, a tus conocimientos y experiencia, le aportas además fuerza interior, sentido y motivación por tu trabajo.
Esto hace que mantenerte enfocado y estar comprometido con tu tarea sea más fácil, que las ganas superen al cansancio, y que, además, lo disfrutes.
Otro elemento importante que viene con esto es que, cuando te sientes como un experto, generalmente estás dispuesto a dar tu opinión en situaciones en las que no tienes todos los datos, y al mismo tiempo, lo más probable es que no seas demasiado terco o insistente con tus opiniones y estés dispuesto a escuchar.
Esta capacidad, para sentirse cómodo evaluando situaciones cuando no tienes todos los detalles, proviene de la confianza que tienes como experto.