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Y es que en el país andino,
nunca fue un hecho frecuente que una colección artística de un icono, representante del arte español en la historia del arte mundial, se expusiera fuera del circuito establecido. Ello no sólo por el elevado coste de los seguros de
transporte y de sala que en ocasiones hace imposible la realización de un
proyecto expositivo en las regiones del Perú, además por las innumerables
dificultades de logística, carencia de personal especializado e instalaciones adecuadas
que han añadido peldaños a una larga escalera de estructura vulnerable que
corre peligro de desmoronamiento.
Por todo lo antes expuesto,
si a ello sumamos, la escasez de recursos para la programación cultural
sostenida, políticas culturales en vías de definir intervenciones
descentralizadas de uno o más organismos públicos en las regiones. En
consecuencia, preparar la producción en 2012 me pareció un reto creativo sin
precedentes, “de todo por hacer”, dado el condicionamiento inicial de la
propuesta. La colección no sería alquilada a la entidad asociada por tanto no
supondría ningún coste al público, debería ser de ingreso gratuito y al alcance
de todos y todas sin distinción.
Contando con un antecedente
de trabajo autogestionario y cooperativo con grupos en alto riesgo y proyectos
de comunicación y cultura para el desarrollo, identifiqué actores sociales
sensibles que aportaron su invaluable apoyo. Aliados locales que contribuyeron
con altruismo en la organización inicial en Arequipa para que el Monasterio de
Santa Catalina fundado en 1579, una de las joyas arquitectónicas más
enigmáticas de Sudamérica, pudiera convertirse en la sede. Constituyendo así
una iniciativa de gestión que apostaba por la democratización de la cultura al
elegir una de las ciudades más importantes de la Región Sur.
Ratificado el interés para
que la obra se expusiera en la Galería de arte del Monasterio recientemente
inaugurada, la Fundación Universitaria Iberoamericana Funiber, desde su
sede central en Barcelona, aceptó el traslado de su colección comisariada por
Federico Fernández Díez.
Desde el primer momento tuve
la oportunidad de poner en práctica modelos colaborativos con artistas y
gestoras de la ciudad de Arequipa. Junto a referentes de su escena cultural
como: mediadores culturales, conservadores, arquitectos, artistas además de
empresarios. De ese grupo destaco con la gratitud que aportan los años la
participación de: Nancy Carpio/Nancarp, Fiorella Salazar Berlanga, Eduardo
Bedoya, Isabel Olivares, Javier Velarde, Lourdes Grupp, Walter Bustamante, Ana
Osorio. Asimismo personalidades del mundo de la cultura internacional como el
director del Centro Cultural de España, Juan Sánchez, entre otros.
Al cumplirse ocho años de haberse expuesto en el Perú Del
Capricho al Disparate casi en simultáneo en la Galería del Centro Cultural de la
Pontificia Universidad Católica de Lima, al igual que en el Monasterio de Santa
Catalina en Arequipa, la colección cedida por la Obra cultural de Funiber,
nuevamente se expondrá en ambas ciudades, esta vez procedente de una
itinerancia por Centroamérica.
La próxima temporada, prevista para 2020 en el Perú, actualmente
interrumpida por la crisis sanitaria, ha previsto en cuanto se retomen los
actos públicos y se levante el confinamiento social impuesto, retomar el
proyecto de exhibición en tres sedes universitarias en Lima y Arequipa. A
diferencia de 2012, se destacará con mayor énfasis la importancia
de Francisco de Goya en la obra producida por Dalí y su conexión
surrealista.
Y es que la colección se elabora a partir de la serie de 80 grabados
titulada Los Caprichos de Goya publicada en 1797 y en la serie
de anexos de 21 grabados titulada Los Disparates publicada en
1877 que permaneció inédita hasta 1864. Ambas nos muestran los rostros que
persiguen e interrogan a la sociedad a través de un sentido profundo que define
la esencia humana, muchas veces absurda, caótica, contradictoria.
Visiones que pueden ser válidas más de doscientos años después en
contextos de alta complejidad donde subyacen realidades como la peruana
.Desigualdad social, abuso de poderes, corrupción y violencia consustancial a
la naturaleza de los individuos.
La enajenación como tema capital de la obra pervive , le toma el pulso a
una sociedad enferma que languidece. Es que tanto en Dalí como en Goya, la
razón, la imaginación, la reflexión y el inconsciente son escamas que se
imbrican mutuamente.
En febrero de 2020, el Museo del Prado en Madrid finalizaba la gran
exposición sobre Goya titulada “Solo la voluntad me sobra” compuesta por una
colección de ocho cuadernos de dibujos preparatorios de las cuatro grandes
series de estampas que realizó Goya entre 1797 y 1824 : Caprichos, Desastres,
Tauromaquia y Disparates. Es importante señalar este acontecimiento de
continuidad en la línea temporal, pues en el mismo año que finaliza la
exhibición en España, en el Perú la alianza de entidades, programa tres
exposiciones casi en simultáneo con obra de Salvador
Dalí re-interpretando dos importantes series de Francisco de Goya:
Los Caprichos y Los Disparates, para ser expuestas durante el año en curso .Y
que en tiempos de Pandemia y crisis, se mostrarán a puertas del Bicentenario de
la Independencia, en fechas sin duda más oportunas que invitan al público a no
eludir un nuevo encuentro con “los sueños de la razón” y su
alfabeto visual de significados poliédricos.