Cuesta trabajo admitir que la
miseria moral de la que hace gala este gobierno crece a cada día que pasa,
resulta increíble pero es así. No hay nada que no sean capaces de pisotear en
aras de mantenerse en el machito, están convencidos que nada les va a perjudicar
electoralmente porque sus votantes han adquirido la inmunidad del rebaño que
les permite ignorar la verdad. La zurda está vacunada para resistir a cualquier
cuestión que contradiga lo que afirman “los suyos”.
Hace unos días en la redes
sociales muchos ciudadanos se quejaban de que la Policía había irrumpido en una
iglesia y había ordenado detener una misa, acogiéndose a las normas que impone
el Decreto del Estado de Alarma, había
juristas que explicaban los límites del decreto que, de acuerdo a su experta
opinión, desautorizaban la actuación policial, mientras otros expresaban su descontento porque les constaba
que la policía había permitido actos religiosos públicos a ciudadanos
musulmanes que habían acudido convocados por su imán y el evento se había
desarrollado hasta el final, sin que la policía hiciera nada por evitarlo.
La gente reaccionó de inmediato
poniendo a caer de un burro a los agentes que habían o no habían intervenido,
porque aquí mucho aplaudirles y cantarles el “a por ellos”, pero en cuanto se
nos rasca un poquito lo de meternos con la madera o con los picoletos nos puede
y de inmediato, Facebook mediante, se arrimaron al linchamiento otros
ciudadanos que aportaban comentarios sobre supuestas brutalidades o
extralimitaciones llevadas a cabo por los sufridos agentes de la Policía
Nacional o de la Guardia Civil. Decía yo hace unos días que éste es el país de
Caín, pero me parece que además de arrastrar esa raíz cainita, la inmensa
mayoría de los españoles debemos ser primos lejanos del dominico Tomás de
Torquemada y se nos nota de lejos y si se trata de darle un repaso a “la poli”
desde la impunidad del Facebook para que les cuento, sálvese el que pueda.
Pero en esta vida todo llega y
hoy podíamos ver las órdenes de nuestro inefable Ministro del Interior
advirtiendo a los agentes que de encontrarse con un acto religioso musulmán en
la calle, que permitieran “finalizar el rezo en la vía pública” para “evitar
alteraciones del orden” y si la ceremonia se producía en una mezquita dice la
orden que “posteriormente” se identificará al imán y bla, bla, bla.
Esas son las órdenes por escrito,
luego están las aportaciones de los superiores convenientemente aleccionados
que ustedes pueden suponer. Ahí tienen al comisario de turno dándole la brasa a
su gente: No quiero líos, eso que quede claro, ustedes dejan que terminen de
rezar y luego si es necesario, que tampoco hay que ponerse muy tiquismiquis,
con muchísimo cuidado y respeto, si no hay más remedio me identifican al Imán y
le explican respetuosamente lo del Decreto que no quiero un Imán quejándose de
abusos policiales en esta comisaría. ¿Qué dice Olmedo? Usted y yo nos conocemos
desde hace tiempo, váyase con cuidado que me tiene hartito. Usted hace lo que
se le ordena y aquí paz y más allá gloria y no quiero oír nada que pueda ir
contra las órdenes del señor ministro.
Si esto fuera un país
consecuente, con unos ciudadanos convencidos de que los políticos son empleados
nuestros y tuviera un gobierno serio, supongo que Grande-Marlaska debería dar
muchísimas explicaciones. No me vale eso de es que usted no sabe como es esta
gente que por una cuestión religiosa como esta te montan un follón de mucho
cuidado, porque muchos ciudadanos sí sabemos con quién nos jugamos los cuartos.
El problema radica en que los
musulmanes, el que sea cofrade que coja su vela, que no sé si tienen cofradías,
pero sí estoy seguro de que tienen procesiones, son gente que sabe que nada
debe de temer de la Policía Nacional ni de la Guardia Civil, porque nuestra
policía nada tiene que ver con las que ellos sufren en sus países. Que llega un
gendarmía y la gente no abre la boca aunque se estén asfixiando.
Por lo tanto saben que se pueden
poner flamencos y montarles un pifostio del quince a los agentes de la dotación
que haya acudido al lugar sin que nada les suceda. Que si los nuestros los
trataran como lo hacen los suyos, ya verían ustedes la diferencia. ¿Qué dice
usted Dª María? ¿Qué nosotros no somos iguales que ellos? tiene usted toda la
razón, pero mientras esta gente no respete nuestras instituciones ni a nuestra
policía o les apretamos las tuercas, respetando la ley, eso que quede claro, o
se ríen de nosotros y lo que es más grave toman buena nota de nuestra estúpida
debilidad para la próxima vez. Qué si el párroco al que le interrumpieron la
misa se pone en plan, se lo llevan a la Comisaria con la casulla, el alba, la
estola y el monaguillo debajo del brazo en menos tiempo que se persigna un cura
loco y perdonen ustedes la manera de señalar.
No pido un mejor trato para la
Iglesia Católica y sus fieles, me limito a pedir que nos traten con igualdad,
porque si somos iguales ante la ley, seámoslo de verdad. De estos hechos se
desprende que Grande- Marlaska no quiere líos y prefiere que los musulmanes
incumplan la ley antes de obligarles a que la cumplan y si la incumplen se
resiste a sancionarlos, como hace con cualquier católico, budista, copto o
evangelista que se le cruce y eso es inadmisible.
Supongo que el señor ministro a
pesar de esa esquinada manera de pensar y actuar que tiene, no puede decidir
tratar a unos ciudadanos de una manera y a otros de otra, por mor del credo
religioso que profesen y que esto suceda porque él opine que los musulmanes son
muy “suyos” y él no ganaría nada metiéndose en el lío, porque precisamente
cobra por respetar y hacer respetar la Constitución, que lo que son las cosas,
consagra que todos somos iguales ante la ley.
Ah y para el que me quiera acusar
de racista, explicarle que yo no hablo de razas, hablo de musulmanes que pueden
ser de Basora, de Villanueva del Trabuco, de Fez o de Torredembarra. Así que
aflojen, porque hay que ver lo fino que hila el PSOE con la Iglesia Católica y
lo pronto que se acuerdan de que somos un estado aconfesional cuando les
conviene, sería bueno que entendieran que lo de la aconfesionalidad es de
aplicación a todas las religiones.
Se les ve el plumero a kilómetros
de distancia y como son unos rancios de campeonato están otra vez con lo de
“arderéis como en el treinta y seis”, que ahí no les duele reconocer que los
socialistas de aquel tiempo se comportaron como unos salvajes, empeñados en
ganar una guerra civil que terminó en el año 1939 del pasado siglo.
Por resumir y para que quede
claro señor ministro o todos moros o todos cristianos, que ya está bien de
tonterías.