Las
medidas tomadas en el país, sobre todo el distanciamiento social físico, con el
fin de enfrentar la crisis sanitaria y minimizar el contagio de la COVID-19 entre
los ecuatorianos, han motivado a que el nuevo año escolar que se supone empieza
en mayo del presente año, al menos en la región costa, se lo realice a través
de un sistema de estudio a distancia mediado sobre todo por tecnologías
digitales (internet, celular, etc.).
Para
tal efecto, se debería así solucionar algunas cuestiones políticas,
presupuestales, socioeconómicas, pedagógicas, de infraestructura y
alfabetización digital, entre otros asuntos. Por ejemplo, ¿Todos los estudiantes
y docentes quienes deben iniciar las clases en mayo saben utilizar tecnologías
digitales? Asimismo, ¿Todos ellos cuentan con dichas tecnologías en sus
respectivos hogares, en particular disponen de internet, PC, celular y/o
tablet? ¿Su servicio de internet es ilimitado y de alta velocidad?
Los
resultados de una investigación, en ese sentido, realizado por Salazar en 2015 [1], dan pistas para pensar que los estudiantes ecuatorianos
en general de Educación General Básica (EGB) tendrían una muy buena relación
con las tecnologías en cuestión, al menos respecto a su uso. Es decir, dichos estudiantes
no tendrían ningún problema al momento de emplear esas tecnologías.
Esos
mismos educandos, igualmente, accederían más a internet desde sus respectivos
hogares y celulares. Tal nivel de acceso, por cierto, se presentaría más en los
educandos de las instituciones educativas particulares laicas que en sus pares
de las fiscales. Esto es, en el caso de los hogares sería una relación de dos a
uno, mientras que en el de los celulares es más de dos a uno.
Algunos
datos del INEC [2], en este sentido, se
corresponderían en cierto grado con lo dicho anteriormente, pues en 2018, a
nivel nacional, el 37,2% de los hogares tuvo acceso a internet, mientras que el
58,7% de las personas con un rango de edad que va de 5 a 17 años accedió a
internet desde sus hogares, por ejemplo.
No
obstante, decir estudiantes en general no significa que son todos los
estudiantes quienes estarían corriendo con la misma suerte.
Por
tanto, ¿Qué pasaría con ese porcentaje de estudiantes que no compartiría esa
misma disponibilidad que sí tendría el resto de sus pares? ¿Sería acaso que ellos
no estudiarían en el presente período escolar? o ¿El Estado ecuatoriano les
facilitaría los recursos digitales, y así aquellos estudiantes podrían
igualmente empezar sus estudios en el presente año? Pero, también ¿formación
digital? Pues recordemos que una asignatura dedicada solamente a la enseñanza
de la informática o computación ya no forma parte del currículo educativo
ecuatoriano hace algunos años, al menos de las escuelas y colegios fiscales.
Similares
preguntas, además, se pueden aplicar a estudiantes de otros niveles educativos,
de instituciones educativas municipales y fiscomisionales, del sector rural y
de los otros cursos de EGB, por ejemplo.
Por
cierto, ¿quiénes deben estudiar en el presente año escolar? En teoría, todos
los niños y niñas y adolescentes quienes se encuentran en sus edades
respectivas para cursar la Educación Inicial, la EGB o el Bachillerato. Esto a su
vez es de carácter obligatorio y, además, está garantizado por el Estado de
acuerdo a la Constitución Política vigente. Saber esto, en efecto, no hace que
las cosas sean menos complicadas.
Y
si esto ya no fuese suficiente, en la misma Constitución se garantiza que las
personas puedan estudiar en sus propias lenguas, puesto que Ecuador también es
plurinacional. De modo que ¿Las plataformas con fines educativos en internet
podrían adecuarse a diferentes lenguas habladas en el país?
En
consecuencia, al parecer existen ciertos pros y contras, al menos respecto a la
alfabetización y dispositivos digitales relativos a los estudiantes, con los
que Ecuador tendría que lidiar al tratar de poner en marcha su nuevo período de
clases por medio del sistema de estudio en cuestión, a pocos días de su inicio.
El
país, asimismo, dispondría de algunas posibles soluciones para salir de su
encrucijada. Por ejemplo, solamente los educandos cuyas instituciones
educativas, públicas y/o privadas, se encuentren actualmente adecuadas para dar
clase podrían comenzar sus estudios en el presente año.
Esto,
sin embargo, sería una desventaja para el resto de estudiantes quienes
igualmente deberían empezar clases. O el gobierno podría apoyar a estos
estudiantes, con el fin de que todos los alumnos quienes se suponen deben
empezar el año lectivo 2020 lo puedan lograr. Dicho sea de paso, los resultados
de esta última medida, si se la ejecutara, podría contribuir a que los inicios
de clases, posteriormente, en otras regiones del país se los pueda llegar a
realizar de una mejor forma.
En
fin, decisiones y acciones que el gobierno nacional tendrá que adoptar respecto
al tema en cuestión, ya sean de carácter coyuntural o permanente.
[1] Salazar, R
(2017). La universidad toma nota: tecnología en educandos de colegios
ecuatorianos. Disponible en https://www.researchgate.net/profile/Ronnie_Salazar_Jaramillo