A veces la
memoria es frágil, también hipócrita. Muestra su debilidad al negar
intencionalmente pensamientos que originan hechos. Se desdice hasta su contradicción. Tengo
fresca la arenga de los que criticaban la intervención del Estado; son los
mismos que hoy están pidiendo a gritos que el Estado intervenga. Le reclaman al
Estado pague los sueldos de las empresas privadas (¿?), si, las del mercado.
Las que se fugaron y blanquearon. En qué quedamos; ¿Intervención Estatista o libre
Mercado?
Recuerdo cuando
Carlos Villagra, Secretario General de la Asociación de Farmacias Mutuales y
Sindicales, decidió tomar las riendas del laboratorio ROU - OCEFA SA con el fin
de salvar a más de 376 familias que habían quedado en la calle por el cierre
del laboratorio. Esto se dio durante la presidencia de Mauricio Macri donde
todo era mercado, hasta se eliminaron ministerios como el de salud. Nos obstruyeron,
nos imposibilitaron desarrollar productos de los cuales la asociación tiene los
certificados para elaborar. El Estado nos abandonó por razones meramente
economicistas.
Entre tantos
certificados (Disposición ANMAT N* 5.715 - Certificado: 47.240) de medicamentos
se encontraba el DETEBENCIL (comprimido 6 mg) fundamentado en la IVERMECTINA (nombre genérico). Hoy la IVERMECTINA está
siendo observada como una alternativa para combatir el COVID-19. “Ayer” ya hubiésemos
tenido una herramienta más para combatir la pandemia que ha sembrado cientos de
miles de muertos en el planeta.
La diferencia es
bajo que modelo de comunidad queremos vivir. Hoy el mundo, que ya es pasado, nos
plantea un galimatías para lo cual no estamos ni siquiera advertidos. Quizás
muchos esperaban la expansión de la globalización, una disputa comercial entre países
poderosos y otros pensaban en una “bomba biológica” con formato de cohete. No
señores, se abrió otra ventanilla; la bomba biológica de transmisión. COVID-19
que hoy, si alguien la hubiese pensado y arrojado de manera intencional como método
de “supresión biológica” en forma de arma letal tampoco la podría estar
controlando.
Este nuevo, e
inesperado, “bombardeo biológico” a la comunidad en forma de pandemia seguramente
nos hará pensar si el MEMO 200 (NSSM 200) de Sir Henry Kissinger ha sido
anticipadamente superado en cuanto al control de la natalidad y la
superpoblación del planeta. El NSSM 200 estaba planificado, el COVID-19 no. ¡He
ahí la diferencia!
Siempre, desde
una línea de pensamiento humanista, hemos sostenido la lógica de la vida (que
se reproduce y coopera por su subsistencia) y aboga por el logro de una
felicidad común. Otras responden a la lógica devenida en “tecnoeconomicista”. Una
es más humana, en tanto que la otra es puramente matemática; una expresa la
“cultura del ser”, frente a la “cultura del tener”; una es expansiva, otra
restrictiva; la primera quiere más vida y más reparto, la segunda menos
reparto, y por lo tanto menos vida; para la primera la vida es inviolable, para
la otra es inviolable el capital. En síntesis: mientras que una hace un
llamamiento universal a la “convivencia biológica”, la otra propone a la
“supresión biológica” como solución.
En nuestro
espacio de pensamiento siempre se ha planteado el nacimiento y el desarrollo del
“hombre bueno” fundado en la educación, la cultura, la salud, la justa
distribución y la justicia social para contribuir con la humanidad brindándole
un hombre formado que ayude al equilibrio planetario. Creímos que el principio
de la vida y la entrada al jubileo se discutía solo en los foros
internacionales. No. Hoy hablamos de la “supresión biológica inesperada”.
“El hombre sólo
puede esperar verdaderas catástrofes humanitarias para las próximas décadas”. Hemos
perdido la sustancia moral de nuestros actos; individuales y colectivos. Hemos
perdido el valor de la “observación”, que no es lo mismo que “mirar”.
Estamos
conviviendo con un cambio de paradigma y aún no lo queremos aceptar. Lo
desconocido arrasa con gran parte de la humanidad. El COVID 19.