. Se lee y el sentido auditivo, la sensación de escucha, corre al mismo ritmo que los ojos. Se podría decir que en su forma de escribir prevalece el contador de historias. Ese que antiguamente transmitía las anécdotas al candil de una hoguera rodeado de oyentes, que el tiempo fue transformando y que hoy parece haber caído en desuso.
Es por su descripción. Con ella resulta fácil visualizar el escenario, adivinar la desazón, el entusiasmo, las emociones de los personajes en sus intervenciones en los diálogos, en sus gestos. Esos ademanes que dicen más que las mismas palabras. Porque eso es lo que a una le pasa cuando lee la declaración de un hombre ante un interrogatorio por un asesinato. Se trata del personaje del relato “La trampa de barro” que casi le da título al libro.
No, no desvelo nada. No estoy destripando el relato. Ya en las primeras líneas el escritor uruguayo hace que el propio personaje hable abiertamente del desenlace. Lo que Mattos relata no es el crimen en sí, sino el porqué y cómo se desencadenó el final. Una lee y le viene a la mente aquella frase de El Pozo de Onetti que recalca que más que los hechos, que son vacíos en sí, lo que realmente importa es el alma de los hechos.El libro, que está compuesto por seis relatos, ahonda en la condición humana, en nuestra imposibilidad de lidiar con las trampas ajenas, pero sobre todo con las propias. Esas tramoyas que fabricamos para protegernos de lo que no entendemos y que nos embarran, pero también definen nuestra humanidad.La fe tormentosa de “El Hermano Ángel” y el sinsabor de confirmar que la tragedia es tomada como cotidiana en “Mujer de Batoví” manifiestan la vulnerabilidad y la indolencia. El paralelismo que establece uno de los personajes entre sus compañeros de vida y los de Pobre gente de Dostoievski en el relato “Libros y perros” recrea esa capacidad que tiene la literatura de alimentar y retroalimentar la desventura de algunas vidas. Una suerte de bucle o de espiral que difumina los límites del tiempo y el espacio.El tambaleo de las convicciones y la doble moral toman protagonismo en “Padres del pueblo”. Los personajes, en particular Menéndez Valencia, colocan la lupa sobre la labor de los políticos. Pone entre las cuerdas la viabilidad de ese deseo de cambio por un mundo mejor para todos. Una puesta en escena ante la que resulta difícil no transigir, aún a regañadientes, con que la realidad no le es nada ajena.Galardonado con el premio Bartolomé Hidalgo (1989), el escritor, columnista, profesor y abogado, Tomás de Mattos (1947-2016), publicó novelas como Bernabé, Bernabé (1988) y La fragata de las máscaras (1996), entre otras. Sus relatos, que versan de la más diversa temática, han sido incluidos a lo largo del tiempo en varias antologías de cuentos uruguayos. Una inserción que afianza su calidad narrativa y que contribuye a reafirmarlo como uno de los grandes referentes de la literatura uruguaya.FacebookPinterestWhatsApp