"Literatura escrita por mujeres" la escritora Willa Cather

Una noche del verano de 1848 tres cardenales y un obispo misionero en América estaban cenando juntos en los jardines de una villa situada en las colinas de la Sabina, con vistas a Roma. La villa era famosa por la exquisita vista desde su terraza. El jardín oculto en el que se hallaban sentados los cuatro hombres estaba situado a unos seis metros al sur de la terraza, y una pequeña roca daba paso a un declive en el que había una plantación de viñedos. Un pequeño tramo de escalones lo enlazaba con el paseo superior. La mesa se hallaba en una zona arenosa, entre naranjos y adelfas, a la sombra de los robles que crecían sobre la roca. Más allá de la balaustrada aguardaba el espacio abierto y muy por debajo se extendía el paisaje ligero y ondulado, sin nada que impidiera contemplar la propia Roma.

 

. La villa era famosa por la exquisita vista desde su terraza. El jardín oculto en el que se hallaban sentados los cuatro hombres estaba situado a unos seis metros al sur de la terraza, y una pequeña roca daba paso a un declive en el que había una plantación de viñedos. Un pequeño tramo de escalones lo enlazaba con el paseo superior. La mesa se hallaba en una zona arenosa, entre naranjos y adelfas, a la sombra de los robles que crecían sobre la roca. Más allá de la balaustrada aguardaba el espacio abierto y muy por debajo se extendía el paisaje ligero y ondulado, sin nada que impidiera contemplar la propia Roma.

La muerte llega para el arzobispo (fragmento)

“Literatura escrita por mujeres” por Mariángeles Salas.

Willa Cather nació en Winchester (Virginia) en 1876, de una familia de origen irlandés, y pasó su infancia en Nebraska, en los años de la primera gran colonización de inmigrantes checos y escandinavos. Siempre activa y de espíritu independiente, estudió en la Universidad de Nebraska, donde se presentó, vestida de hombre, con el nombre de William Cather. Sus primeros años, tras la facultad, los invirtió como profesora de latín y griego, además de tener algunos escarceos con el periodismo: trabajó para la revista feminista Home Monthly y también como crítica de teatro para el periódico Pittsburgh Leader. Su carrera literaria comenzaría tarde, a la edad de 36 años, por lo cual decidió abandonar los anteriores trabajos.

Fue viajera, periodista, maestra, dirigió revistas; vivió durante cuarenta años con su compañera, Edith Lewis; y, cuando hubo ahorrado lo suficiente, se dedicó exclusivamente a la literatura.

Su primer libro publicado fue una colección de poemas, Crepúsculo de abril (1903), al que siguió una serie de relatos, El jardín del gnomo (1905). Su primera novela, El puente de Alexander, se publicó en 1912. Sin embargo, hasta 1913, y tras abandonar su puesto en el McClure's Magazine no se entregó por completo a la literatura.

Su primer éxito fue Pioneros (1913), que narra la vida en la frontera, y que se integra en la llamada «Trilogía de la Pradera», que se completa con El canto de la alondra (1915) y Mi Ántonia (1918). La trilogía, influenciada poderosamente por la obra de la escritora Sarah Orne Jewett, cosechó un enorme éxito, y fue alabada por su capacidad de hablar con un lenguaje común de los asuntos de la gente humilde. Con Uno de los nuestros (1922) se alzó con el premio Pulitzer. En esta novela relata la vida de Claude Wheeler, un americano que tendrá que dejar su carrera universitaria para hacerse cargo de la granja familiar a regañadientes. Para huir de sus obligaciones, se alistará en el ejército cuando estalle la Gran Guerra y será en ese ambiente inhóspito donde por fin vuelva a coger las riendas de su vida.

Completan su producción La casa del profesor (1925), La muerte llama al arzobispo (1927), su mejor novela en opinión de algunos críticos, Cather relata las vivencias de un obispo católico entre los indígenas americanos de Nuevo México. Lucy Gayheart (1935).

En 1940, en un clima de desánimo motivado por la posibilidad de intervención de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, Cather escribió su última novela, y la más oscura y amarga entre las suyas, Sapphira y la joven esclava su único libro ambientado en el sur, la tierra de sus antepasados, se publicó en 1940, y se considera su testamento literario. La novela fue un éxito de crítica y de lectores, y marcó uno de los hitos de su autora. Reputada como una de las grandes damas de la narrativa norteamericana.

Murió en Nueva York en 1947.

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