. A lo largo de los años se han
implementado diversas tecnologías en las ciudades con el fin de satisfacer las
necesidades de la población y de simplificar los procesos con los que se
enfrentan día con día.
Actualmente
conocemos muchas de ellas, a cualquier lugar que vayamos nos encontramos con
una diferente, aunque no nos demos cuenta, siempre están allí presentes. Pero,
siempre existe una que sobresale, una que crea un mayor impacto en la
población, una que, por no haberla visto con nuestros propios ojos, no podríamos
imaginar siquiera que existe, esta es la Inteligencia Artificial.
La
Inteligencia Artificial crea una nueva era totalmente diferente a la que
conocíamos en la que “las máquinas son capaces de pensar y actuar como los
seres humanos” (Gómez, 2018), capaces de analizar miles de datos, de identificar
tendencias, hacer predicciones y en general logra que las actividades
cotidianas se realicen de manera inteligente.
Sin
embargo, no es posible asegurar que todos los impactos que genera son
positivos, ya que su implementación trae consigo un gran problema: la
desigualdad. Esta situación se puede ver reflejada en distintos aspectos, pero a
mi parecer, el impacto más negativo que puede causar en la ciudadanía es la
desigualdad entre clases, que genera exclusión hacia la clase baja, y por otro
lado, la desigualdad y la diferenciación entre las máquinas y los propios seres
humanos.
En
primer lugar, imaginemos un contexto en el que la mayoría de los procesos sean
realizados por máquinas en las que la Inteligencia Artificial haya sido
implementada. Lo primero que podríamos pensar es un lugar muy moderno e
innovador, donde las tecnologías ayudan a resolver los problemas que se presentan
y hacen la vida de las personas más fácil. Pero, si nos adentramos en las
comunidades más marginadas, veremos que existe mucha desigualdad en esta nueva
era, ya que, por un lado, la distribución y creación de esta tecnología se hará
en empresas grandes y en países desarrollados, dejando a los demás en la exclusión,
haciendo que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más
pobres. También, analicemos el sector laboral; en un mundo donde las máquinas
pueden hacer los procesos más eficaces, ¿qué pasará con la clase obrera cuando
sus servicios ya no sean necesitados y la tecnología los pueda reemplazar?, ¿o
acaso se podrá evitar la creación de una gran brecha desigual entre los empleados
mayor capacitados y con más conocimientos acerca de este mundo cambiante con
personas que no tienen dichos conocimientos? Conocer las respuestas a estas
preguntas puede resultar complicado, pero lo único seguro es que, si no se
presta atención a este aspecto al momento de su implementación, los resultados
no serán favorables.
No
obstante, la desigualdad entre clases no es la única manera en la que se presenta
el problema, en la actualidad es común escuchar la palabra “robot”, y creemos
que estos son una creación única que imposiblemente podrían crear un impacto
negativo. Pero ¿cómo se relacionan con la desigualdad? la respuesta es muy
sencilla, recientemente la creación de un robot llamado Sophia ha traído
mucho descontento en la población de Arabia Saudita, en especial en las mujeres
que allí habitan. Este robot, ha logrado realizar comportamientos tan parecidos
a un humano, que le fue concedida la ciudadanía saudí. El problema aparece
cuando se da una desigualdad entre los derechos de esta mujer robot y las
mujeres de este país; la robot es capaz de actuar, vivir, vestir, expresarse y
relacionarse como quiera, aun siendo mujer, mientras que las demás mujeres
tienen sus derechos y libertades muy limitados, entonces surge el dilema ¿por
qué ella sí puede, y nosotras no? Esta solo es una de las muchas situaciones en
las que surge la desigualdad por el hecho de buscar el éxito y el beneficio que
estos robots con inteligencia artificial pueden generar, en vez de enfocar su
uso en la resolución de problemas actuales.
Finalmente,
de manera personal, considero que existen muchos factores a considerar al momento
de implementar estas tendencias tecnológicas, ya que si bien pueden ser de gran
utilidad en muchos aspectos, también podrían causar un gran impacto negativo,
que si no se atiende, puede provocar grandes consecuencias a largo plazo, generando
un mayor malestar que bienestar. Entonces, lo que se podría hacer para combatir
la alarmante situación sería generar observatorios ciudadanos en los que se asegure
que estas tecnologías sean creadas no para beneficio propio, si no para alentar
la participación ciudadana y que busquen soluciones a los problemas sociales actuales.
Igualmente, con el fin de evitar el monopolio de las grandes empresas, se
podrían crear estas tecnologías con el dinero de toda la sociedad, esto ayudaría
a que toda la población se apropie y se sienta identificada con el nuevo estilo
de vida. En esta nueva era de incertidumbre se deberá prevenir para alcanzar el
objetivo deseado: el bienestar colectivo.