El notable éxito que han tenido
la producción y la exportación de carne en los últimos años nos habla
claramente de la enorme potencialidad que se tiene en el país para competir,
ganar mercados y generar empleos y riqueza. Cuando se trabaja en forma seria,
competitiva y planificada, los resultados pueden verse en materia de calidad de
lo que producimos y en cuanto a los beneficios generados en la población. Sin
embargo, como una curiosidad recurrente, los paraguayos nos hemos acostumbrado
a vivir de rubros exitosos específicos, aunque tengan un lapso de brillo
marcado por una coyuntura que se acabará inexorablemente.
La mala noticia de la detección
de casos de fiebre aftosa, además de representar un duro golpe para toda la
economía nacional, nos devuelve a una realidad que no hemos terminado de
enfrentar: la poca planificación económica y la falta de una proyección a largo
plazo nos mantienen en una dependencia de ciertos rubros que, al sufrir algún
tropiezo, ponen en jaque la estabilidad de la oferta de empleos, de la
generación de ingresos y el bienestar de muchas familias. Convertimos a la
carne en un rubro exitoso e hicimos de las exportaciones la segunda fuente de
ingresos del país –sólo por debajo de la soja- pero ante un problema grave como
el cierre de mercados debido a la aftosa, se perciben con más fuerza la falta
de competitividad en muchos otros sectores que deberían aportar más a la
economía.
Pasó lo mismo con el periodo de
efervescencia por la construcción de Itaipú, hasta que con el fin de las obras
se empezó a resentir el ambiente económico, con la disminución de los empleos y
el menor dinamismo propio. El algodón es otro ejemplo, mediante el cual se
acostumbró al ingreso periódico de dinero a través de un rubro, al tiempo que
se sufría la carestía cuando había una mala cosecha. Como heredera de la
tradición, la soja se volvió el producto estrella, con los consuetudinarios
bajones a la economía con cada sequía, con cada mala cosecha o con la
disminución de los precios de las materias primas en el mercado internacional.
Basta una mirada a nuestra
tradición económica para comprender que tenemos graves carencias en cuanto a
factores vitales para competir en un mundo globalizado: nos falta una
planificación seria que nos lleve a formar generaciones de personas capacitadas
y competitivas, que abonen a desarrollo de la competitividad en diferentes
sectores de la sociedad. La riqueza de las naciones se sustenta sobre la
capacidad de su gente y sobre la capacidad innovadora que se tiene para hacerle
frente a las necesidades de adaptarse a las exigencias de los mercados.
Esa falta de planificación y
competitividad ha hecho que desarrollemos una dependencia excesiva hacia
ciertos rubros, por lo que basta con el cierre de algún mercado, con alguna
traba comercial o con un mal año para el campo, para que terminemos sintiendo
efectos nocivos en cuanto al crecimiento de la economía, los ingresos, los
empleos y los salarios. Todo esto nos vuelve demasiado vulnerables a los
factores externos, que no podemos controlar pero que son parte del tablero de
la economía global.
Las enormes pérdidas que se
avizoran debido al cierre de mercados para la carne, así como los toques de
alerta que siempre se perciben ante una amenaza climática, deberían ser
suficientes para que replanteemos todo el concepto que tenemos de la economía
de un país.
Lo primero que debemos hacer es
invertir en la competitividad del país, lo que quiere decir construir una base
sólida a partir de un mejoramiento de la educación y de la formación de
profesionales en distintos ámbitos. Con la capacidad de innovar, de planificar
y emprender, podemos iniciar un proceso de diversificación de la producción y
de los empleos, para no depender siempre de los mismos rubros.
En este mundo tan globalizado y
competitivo, hay que seguir las ideas del economista Jeremy Rifkin, quien dice
que ante un mercado tan inestable hay que desarrollar más habilidades y más
conocimientos para poder maniobrar y hacerle frente a los cambios constantes
que limitan el desarrollo de los que sólo saben hacer una cosa.
Publicado en el suplemento
especializado en economía y negocios "Estrategia", del Diario La
Nación, de Paraguay.